TAtnticipándose a Mariano Rajoy, Toni Batllori, un gran humorista catalán, decía hace unos días que Zapatero pensaba "combatir" la crisis económica regulando el suicidio, ampliando la ley del aborto y buscando en las cunetas a las víctimas de los fusilamientos de la etapa franquista. De ser así, habría que reconocerles a Zapatero y a Pepe Blanco, su fiel escudero político, el talento estratégico propio de quienes han leído con provecho el "Arte de la guerra", del maestro Sun Tzu: con el fin de debilitar sus fuerzas, cuando el enemigo toma ventaja hay que distraerlo creando nuevos frentes alejados de la batalla.

Pues en eso están: abriendo frentes. Distrayendo la atención del personal y dividiendo a la opinión pública cuando más necesitado está el país de pensar recetas, aunar fuerzas y allegar consensos con los que afrontar la mala situación económica por la que atraviesa España. Más de dos millones y medio de parados --500.000 en lo que llevamos de año--, la inflación disparada y 10.000 millones de euros de déficit.

La prueba de que el primer problema que tenemos es la crisis es que, forzado por las circunstancias, mañana miércoles, el propio Zapatero acude al Parlamento para analizar, precisamente eso: la situación económica.

La comparecencia parlamentaria del presidente --que inaugura el curso político-- debería ocupar mucho espacio en los medios. Algunos se lo dan; otros no tanto, porque se han dejado reclutar por los señuelos lanzados desde el Gobierno. Los humoristas, que tienen un talento especial para resumir la cosas de la vida, lo vieron claro desde el primer momento: el Gobierno, como los calamares, huye de la crisis lanzando tinta y creando remolinos.

O anunciando la intención de regular el suicidio; idea ésta --el suicidio--, de la que nadie hablaba fuera de algunas elegías leídas estos días en ocasión del centenario de la muerte de Cesare Pavese.