TAt estas alturas de la historia ya ha quedado más que demostrado que en los terrenos de la realidad encontramos cada día historias que sobrepasan la ficción. Viendo las cosas que se ven por televisión, confieso que alguna vez, en alguna conversación entre amigos, he llegado a plantear que lo único que quedaba por hacer era retransmitir asesinatos en directo. En Brasil ha sido detenido un personaje, ahora diputado en el Estado de Amazonas y en su día estrella de la televisión, acusado de ordenar los asesinatos con los que nutría después su programa, Canal Libre.

Imagino cuando alguien planteó la idea. Quizás fue este individuo, Wallace Souza , que antes de reportero fue policía, el que exhibió su vieja agenda de soplones y sicarios para mostrar al equipo el camino más recto y seguro a la exclusiva periodística. O quizás fue un becario el que bromeó con el tema y glosó los ahorros en gastos de producción y la rentabilidad económica y visual de una masacre planificada desde la redacción. Se aplicaron en la iniciativa con tal profesionalidad que en la planificación del espectáculo llegaban, antes que los asesinos, los periodistas y las cámaras del programa. La audiencia se disparó y disipó así cualquier duda moral. Y tal fue el éxito del programa que su presentador decidió tomar el rumbo de la política: ahora era diputado y aspiraba a ser gobernador del Estado de Amazonas. En el terreno del todo vale, Wallace Souza ha marcado un hito difícil de superar. Pero, sin llegar a la sangre, no es difícil encontrar aprendices muy aplicados en cualquier ámbito.