Al paso de los años le acompaña siempre la idealización de los recuerdos y de la juventud perdida. Viene en fechas señaladas la memoria a revivir los tiempos en que no faltaban los que faltan. Y, si no superado, sí mitigado el dolor que su ausencia nos causa, la pena hace tiempo que se suavizó con la gratitud por haber disfrutado de su presencia el tiempo que duró.

Recuerdo mi infancia y juventud en una Barcelona ya moderna, acogedora, bella, abierta y trabajadora. Lejano contemplo a mi abuelo Julio, siempre sonriente, cuya imponente estampa se borró para siempre, dejando el hueco del patriarca y el dolor inconsolable a mis ojos de niña que choca por primera vez con la muerte, de mi abuela, viuda demasiado joven y a partir de entonces vestida siempre de negro. Fue el primero que me faltó en mi vida de todos mis queridos muertos. Y cuando ahora la lista incluye a muchos de los que conformaron mi entorno familiar, me produce más añoranza que tristeza el haber perdido a algunos tan jóvenes y a otros más mayores, a los que todavía necesito tanto. Fui feliz en aquella tierra entre mis compañeras de colegio, la pandilla con la que a finales de octubre y primeros de noviembre organizábamos castañadas y nos reuníamos en la inmensa casa de nuestra amiga María Jesús Udina, en pleno corazón del barrio gótico.

No celebrábamos Halloween entonces, ni nos disfrazábamos de calabazas ni de monsters ni de ghosts ni de snakes ni de spiders. Llevábamos flores a nuestros difuntos, íbamos a Misa y comíamos panellets. En Estudio 1 doña Inés salvaba el alma a don Juan y nosotras no conocíamos a la novia cadáver ni mucha falta que nos hacía.

Hoy en el instituto, entre todas las celebraciones y decorados macabros y divertidos del departamento de inglés, he querido reivindicar ante los pequeños de la ESO en la biblioteca, la tradición del teatro español en estas fechas: -¿No conocéis el Tenorio, chicos? Es una historia preciosa. -¿Ese no es un cantante, Carmen?- ha sido la respuesta.

En verdad no sé si cualquier tiempo pasado fue mejor, pero está claro que fue muy diferente.