Profesor

Reconozco mi masoquismo por aguantar con esperanza cuantos debates se han producido en el Congreso en torno al desagradable asunto de sí o no a la superprogramada guerra de Irak; sí o no la subordinación a las ideas neoimperialistas americanas; sí o no a machacar a un pueblo como el iraquí ya de por sí destrozado durante años por propios y ajenos, en una búsqueda descarada de su petróleo y sus riquezas sin reparos.

La ventaja de aguantar horas y horas frente a la tele, viendo y escuchando argumentos en pro de la intervención americana, con sus miles de soldaditos por parte del señor Aznar, a estas alturas del tema, resulta patético y lamentable en un dirigente de un país, que de los pocos orgullos internacionales que nos quedaban era el de procurar no implicarnos en temas bélicos.

No sólo no se contesta por parte del Gobierno a las preguntas de la oposición, sino que incluso se aprovecha la situación de barra libre parlamentaria del Gobierno para intentar matar al mensajero , que pide con firmeza admirable un no a la guerra.

Ciento ochenta y tres diputados populares no parecen estar de acuerdo con el no a la guerra de la oposición, ni y por alcance con la que claman en las calles millones de españoles. Algo falla en este grupo mayoritario popular: o la vista, o el oído o las narices, para tomar una decisión coherente con la humanidad, que algunos concejales populares ya han tomado en el país.

Esta triste situación me recuerda a aquella madre que fue a la jura de bandera de su hijo, que en el desfile llevaba el paso cambiado, a lo que la madre exclamó: ¡Todos se equivocan menos mi niño!

¡País de sordos votados para bien y mal de España!