EL PERRO FIEL

Los ojos de Mota

María Francisca Ruano

Cáceres

Por si no conocen los ojos de Mota todavía, les adelanto que son como dos castañas que ha vapuleado un aire de ira de alguien a quien Mota probablemente amó. Mota echa su vistazo como disculpándose por sus heridas, sus costillas a la vista, su carne flaca, el cuerpo de bulldog francés castigado por un destino del que acaba de ser liberado. Fue ese destino, el de semental para vender crías de pura raza y cubrir hembras. Luego estuvo a solas, solo, en soledad hasta que llegaba el momento de trabajar. Y trabajó. Ahora, viejo de siete años y medio, su vida de bulldog francés ha terminado y se agilizan trámites para una casa que sea su hogar. Por si no se imaginan el color, la intensidad, la humedad de esa mirada, les confieso que la busco por toda la ciudad. Para que me mire.

SU DIMISION

No sufras, Gallardón

María Faes Risco

Madrid

Con su seriedad habitual, Gallardón ha dicho que no comunicará su decisión personal sobre su futuro hasta después del fin de semana. Por si pudiera ayudarle a ello, cerca de su ministerio, un cartel amigo le aconsejaba: "¡Ay Gallardón. No sufras, amor. Dinos ya: Adiós!".

EN MADRID

¿Quiénes matan a los árboles?

Mª Victoria Leyte de Dios

Madrid

No puedo dejar de pasar página ante los acontecimientos que se están sucediendo en el Madrid urbano, quizás mi educación cívica me da un toque de atención para alertarme de lo que no va a bien y que tal vez con mi crítica pudiera aportar un granito de lógica para solucionarlo.

Presumimos que Madrid es a nivel europeo la capital que más árboles tiene así como vegetación, para seguir presumiendo de este galardón deberíamos investigar a fondo el porqué día sí y otro también nos despertamos con la noticia de que se ha caído un árbol, de que un árbol ha matado o herido a un transeúnte, hay que poner freno y centrarnos de lleno en ello, máxime ahora que nos quedamos sin alcaldesa presencial, sobre todos en actos de canapés, aunque tengo la sensación de no haberla tenido nunca.

Primero deberían prohibir que los dueños de las mascotas consintieran que estas orinaran en los árboles, está comprobado que el orín daña la raíz y acaban por pudrirse, que respeten la vida de las plantas nadie tiene derecho a no dejarlas crecer y gracias a ellas nos aportan no solo ornamentación, sino filtros para respirar un aire más sano.

Segundo que se hiciera un seguimiento continuado de riego e inspección de los mismos, de nada sirve plantarlos si luego no los vigilamos, desde poner los postes con cintas para que estos crezcan erectos y comprobar que siguen vivos. Y poner cartelitos en cada uno de ellos prohibiendo que los perros orinen, que los incívicos no tiren colillas, chicles, profilácticos ni guarrerías varias, estas infracciones en la vía pública sí que merecen ser sancionadas y repartir los vigilantes de movilidad ya que nos sobran, así tendrían que hacer algo de provecho y hay demasiados fastidiando al prójimo.