LAS DIFERENCIAS

Psicolingüísticade la provincia

María Francisca Ruano

Cáceres

Esto, que no es sino estudiar científicamente factores mentales e intelectuales sobre la expresión y comprensión del lenguaje de cada provinciano en su provincia, resulta lo normal y natural que se dice, se grita, se oculta, se intercambia y se ríe o se llora en la localidad. El provincianismo tiene otras hábitos que la capital. Otros modos. Otras necesidades. Otros horarios y ambiciones distintas.

La movilidad y la inmovilidad son diferentes. El límite y lo ilimitado, posibilidades o imposibles, pensamientos e ideas o, simplemente, costumbres y ruta de rutina en toda su lingüística, en toda. A lo mejor, alguien en Madrid, París o Berlín hace una simple lazada en donde se obstina el lugareño en no mover una zancada en nada y habitarse con nudos anudando ataduras. Y, dicho y hecho, la mentalidad y la lengua lo expresa en ambas casas y casos diferencialmente. En la provincia huele a pan por la escalera por donde sube el panadero, pongamos que a las nueve menos veinticinco, y, si no, el mundo se tambalea un poco y nada es igual. Ese olor casi íntimo de agua, harina y sal es un lugar seguro y amable, y nadie querría cambiarlo por otro. Y la vida en Berlín, París o Madrid ha de ser como una inconmovible independencia incurable con baterías de baguettes entre celofanes en panaderías probablemente primorosas y públicas.

SIN SERVICIO

El autobús en Sierrade Fuentes

Pilar Pulido Iglesias

Sierra de Fuentes

Señor director: Hoy por fin me decido a expresar mi indignación y desánimo ante la precaria situación de transporte que padecemos en el vecino pueblo de Sierra de Fuentes. El horario de autobuses es muy escaso y los sábados, domingos y festivos ni siquiera los hay. Y esto, ¿qué supone? Nuestros hijos deben renunciar a múltiples actividades, tanto de preparación escolar o deportiva como de ocio y tiempo libre. Nuestros mayores deben acudir a vecinos y familiares para asistir a sus consultas médicas. Nuestros coches consumen gasolina a precio de oro, desprenden gases de dióxido de carbono, sumando más contaminación ambiental y acústica y provocando más carencia de espacios de aparcamiento en Cáceres.

Y mis preguntas son: ¿Quién puede ayudarnos?

¿A quién le pertenece la responsabilidad de potenciar el transporte público en este pueblo e incluso en Cáceres? Al final, ¿tendré que marcharme a vivir a Cáceres con toda mi familia? O sencillamente, ¿algunos tienen gran interés en que volvamos a utilizar los burros, mulos y caballos que utilizaron nuestros antepasados? Porque, si es así, nos avisen, que vayamos reformando nuestras cocheras en cuadras y demos alguna clase de equitación.

Tengo la esperanza, señor director, de que después de esta carta pueda saludarle desde la ventanilla de un autobús un sábado por la tarde.