LOS SENTIMIENTOS

Descubrimientos desventurados

María Francisca Ruano

Cáceres

Para alabar y celebrar los encuentros encendidos que a lo largo de una vida se nos está permitido de alguna manera vivir, para elogiar los hallazgos con sus nombres y apellidos, para evocar las pocas o muchas cosas, causas y conocimientos acertados y cómplices de los muy personales andurriales de ambiguas aflicciones que se llevan entre los diez dedos de las manos, como si nada, para recordar con agradecimiento millones de gestos y gestas, sobrios silencios y conversaciones contudentes, amistades sin alambrada y abierta amplitud de mar y no de piscina, charca o río seco, desoír, ignorar, obviar los descubrimientos desafortunados, el encuentro embestidor, la dominante desventura que dispara y desboca.

LA CORRUPCION

Indecencia y deshonor

Pedro Serrano

Valladolid

Nuestro principal objetivo en la vida debería consistir en ser buenas personas. Ser buena persona causa grandes benéficos físicos y mentales, y es el mejor recuerdo que podemos dejar cuando abandonemos este extravagante mundo. Sin embargo, hay gente que se pasa la vida haciendo justo lo contrario. Y lo contrario de lo recto y ejemplar es lo que está haciendo la legión de corruptos agarrados como garrapatas a las debilidades del sistema para chuparnos a todos la sangre.

Cuando veo el rostro de cemento de los corruptos en grabaciones audiovisuales dando clases de ética y moralidad, me siento doblemente ofendido. Cuando veo a estos saqueadores de lo público mintiendo como bellacos, me pregunto si podrán salir a la calle y tener el valor de caminar erguidos sin sentir al menos un átomo de vergüenza. Cuando veo la desfachatez y el desdoro de los corruptos, me pregunto qué pensaran de ellos sus parejas, sus hijos, sus padres o sus abuelos. ¿Estarán en profundo desacuerdo con su comportamiento o les aplaudirán cuando llegan a sus casas? Claro que, también podría ocurrir que tengan una doble vida y sean a la vez ejemplares en sus familias y unos truhanes fuera de ellas. Como quiera que sea, lo que me preocupa profundamente es la indecencia y el deshonor que se ha instalado en nuestra sociedad. Nuestros corruptos no solo no se avergüenzan de sus delitos, sino que algunos, en una especie de delirio de grandeza y dignidad, sacan pecho y abroncan a los demás. En otras culturas, un corrupto cazado en un delito dimite ipso facto y, a continuación, pide disculpas públicamente o se pega un tiro. Sin embargo, en nuestro país no piden perdón, no tienen sentido del honor y no dimiten ni estando borrachos o en chirona.

ABRIR O NO

El comercio

Séneca

Pero ¿quién demonios dice que a los consumidores no les interesa que abran? Es mentira. Los consumidores queremos que abran para no tener que ir a Madrid o a Sevilla a comprar cuando tenemos tiempo (es decir los fines de semana).