EL PARLAMENTO

Dictadura del número

Pedro Serrano

Valladolid

Las mayorías parlamentarias en manos de quienes tienen alergia a la intervención del pueblo en el gobierno son un peligro para la democracia. Esta afirmación, aunque pueda parecer exagerada, es perfectamente válida para definir el comportamiento democrático del partido político en el poder, es decir, el PP. Y es que, ¿cuántas veces los populares han acudido, en esta malhadada legislatura, a su mayoría absoluta para vetar o bloquear cuanto no están dispuestos a debatir? ¿Cuántas veces se han imposibilitado las comisiones de investigación o el debate en el Parlamento sobre asuntos incómodos para el Gobierno? Tantas son las veces que este Gobierno ha esquivado el debate y silenciado el sagrado deber de la palabra que la limitación de espacio no me permite enuméralas, pero sirvan como ejemplo las dos más recientes resumidas en un titular: "La mayoría absoluta del PP tumba la petición de comparecencia de Rajoy sobre el caso Rato y veta la creación de una comisión de investigación sobre la amnistía fiscal".

La legitimidad de un gobierno no la da la dictadura del número, sino el cumplimiento de las promesas electorales; el respeto a las minorías y a sus iniciativas; la transparencia y las explicaciones; las comparecencias sin amañar y el dialogo y la búsqueda del acuerdo. Gobernar no es servirse, sino servir.

PATRON DE CACERES

San Jorge

Antonio jaja

Solo decir felicidades por ese dragón tan tan bonito. un apluso al colegio Castra Caecilia por el trabaja duro, que doy testimonio que han hecho enhorabuena.

PODEMOS

Juego de tronos, aquí

Martín Sagrera Capdevila

Madrid

En un diario catalán se descalifica al dirigente de Podemos para gobernar porque, como diputado español en Bruselas, entregó, en el saludo protocolario, la serie Juego de tronos a un Felipe VI, que se lo agradeció, reconociendo no haberla visto. Sin embargo, esa leve y fina crítica era casi la única que podía hacerle, ya que el actual jefe del Estado ha afirmado que no le recibirá hasta después de las elecciones de fin de año. Ese rechazo real es lógico, aunque vaya contra el equilibrio que exige la Jefatura de un Estado, porque Felipe VI no se apoya en votos, sino en los hoy tan impopulares intereses económicos y políticos imperantes, a los que se enfrenta ese candidato; y porque Pablo Iglesias es republicano de verdad (no de boquilla, como otros), y rechaza que haya un Jefe de Estado irresponsable y de por vida, sólo por ser un hijo de papá (¡y de qué papá!). Esa debilidad argumental descalifica a esos monárquicos o independentistas, ya que los secesionistas también ven en Podemos su principal adversario, lo que constituye, --valga también poder expresar yo mi opinión--, un gran elogio. Ojalá esto ayude a reflexionar a muchos, sin esperar a la última jornada.