LA HOSPITALIDAD

La visita

Rosa Mogollón Calvo

Cáceres

Desde pequeña mi madre me mostró que el mejor momento y las mejores ofrendas de nuestra casa debían ser dispuestas para las visitas. El sentido hospitalario de esta tierra está impreso en nuestra educación y en nuestros genes, a pesar del olvido institucional y secular de Extremadura. Desconocida que fortuna se interrelaciona con nuestros vecinos y vecinas portuguesas, quienes siempre estuvieron a nuestro lado. En ocasiones, alguien recuerda que en España hay una región que se llama Extremadura. Hoy es uno de esos recuerdos.

Estamos acostumbrads a esta situación. Considero, no obstante, que nuestros y nuestras dirigentes políticas por incompetencia, desidia, fatiga o sencillamente desinterés por su propia gente, componen escaparates espectaculares que nada tienen que ver con la gestión ineficaz y torticera de esta tierra hermosa y maravillosa. El mundo de las apariencias esconde gravísimos problemas de la gente, convertida en número, en estadística, en votos, en biomasa combustible de fuegos artificiosos.

Hoy, Cáceres engalana su pobreza, la incompetencia del gobierno municipal que durante los últimos años ha endeudado la ciudad hasta límites insospechados, desplegando una soberbia inusitada que se traslada a una ciudad con una elevada tasa de desempleo, empresas pequeñas y medianas sin perspectivas de futuro, una ciudad inaccesible a la diversidad funcional, desconectada de la universidad y la investigación, una ciudad en la que los barrios periféricos están aislados y deteriorados a favor de obras vistosas que nada aportan al bien común, una ciudad cuyos gestores políticos han impedido tanto el cuidado de su patrimonio como su difusión, convirtiendo nuestra cultura en el fantasma que habita nuestras calles.

PABLO IGLESIAS

Cortarse la coleta

Carlos Giraldo Llanes

Madrid

¿Es posible que al señor Iglesias no se le caiga la cara de vergüenza, primero por su rotunda derrota en Cataluña, y después por decir encima, que se debe a que hablaba de temas sociales? Como le reprocha hoy hasta su amigo Monedero, no hay nadie tan tonto que no sepa que no hablaba de la independencia porque negocia con una calculada ambigüedad, quiere comer a dos carrillo, hasta el punto que Mas reclama como independentistas los votos de Cataluña sí se puede.

Y Pablo Iglesias todavía se atreve a soñar, o delirar, con ser el próximo presidente del Gobierno de España. Soñar a estas alturas que cambie de actitud es pedir la luna. Córtese la coleta y deje que otros menos pringados lleven a un discreto, pero buen fino, las esperanzas de tantas personas que él parece empeñado en destruir.