EL OTOÑO

Hojarasca

María Francisca Ruano

Cáceres

De la hojarasca salió la hoja con la cara superior e inferior seca, color miel, sobrevolando o dando saltitos como un pájaro herido, pero mirando directamente hacía aquí. Tenía esa hoja suelta una raya en medio como si estuviera peinada o más bien, repeinada. Avanzaba. Avanzó. Caída del árbol arrastraba una vejez prematura --siempre lo es la vejez para cada viejo-- habiendo sido consumida su clorofila, vapor de agua, oxígeno y, francamente, se puso como a observarla. Era una mujer a quien miró y así se detuvo un rato largo de tarde corta de otoño, o más bien, quedaron mirándose las dos, como si se hubiesen citado para contarse lo que sí y no sucedió en aquel verano. Como si ninguna de los dos pretendiese engañarse. Al fin y al cabo, hojeándose, tenían bien a la vista ambas su hoja de ruta, en el mismo parque, parcamente.

PODEMOS

Errejón, muy miope

F. Gomis Mas

Barcelona

En una tertulia televisivo, Iñigo Errejón, tras decir lo obvio, que "por encima de la ley está la democracia" y "el derecho a decidir", se ha olvidado de añadir que la democracia está en horas muy bajas en Cataluña, donde durante décadas, por necesitar el PSOE y el PP los votos de CiU, ha proliferado cada vez más una campaña de infames mentiras contra el resto de España, desde los sucesos del siglo XVIII hasta el "España nos roba" y se ha amenazado, agredido y multado a los contrarios al independentismo. Muy miope, como revelan sus facciones, es este político, que persiste, incluso en nuestros días, en esa ceguera inaugurada por el PSOE y el PP, y que hoy, a ellos como al mismo Podemos, acaba de dar tan malos resultados el 27-S, sin que aprendan y rectifiquen, aunque sea sólo en provecho propio.

EL TRABAJO

Días cada vez másindecentes

Martín Sagrera

Madrid

Recordado el Día del trabajo decente, volvemos a sufrir los días reales, de trabajo indecente: todos. Porque las estadísticas, incluso oficiales, lo confirman. Cada vez son más bajos los salarios de los de abajo, y más altos los de los de arriba; es decir, más indecentes en ambos casos. Los sindicatos, que antes celebraban ese día con numerosas manifestaciones, ahora ya no se atreven ni a salir a la calle, invitando sólo a adherirse a él... en las redes sociales, en el caso de que todavía haya alguien que crea en ellos (¿no hay todavía trabajadores que, aun sin tener miedo al infierno extraterrestre, votan a la derecha que más les empobrece?). El problema no es nuevo. Hace tiempo que los sindicatos decidieron llamar a ese día el del trabajo decente, en una pésima traducción, --a lo que suena--, del inglés; quizá porque ya renunciaban a pedir un trabajo realmente digno, mucho más exigente que otro sólo decente. Pero no toda la culpa es suya ¿hemos luchado lo suficiente para merecernos unos sindicatos y unos políticos dignos o, al menos, decentes?