TLta polémica suscitada por la aparición en el programa infantil Los Lunnis de imágenes de diferentes tipos de boda ha reabierto la caja de los truenos de quienes piensan que los matrimonios entre personas del mismo sexo son un auténtico escándalo. Durante los últimos meses hemos tenido que escribir e intentar convencer sobre la necesidad de comprender a quienes no piensan y no son como nosotros. Los detractores de la medida aprobada por el Gobierno intentan mantener sus posiciones sin caer en descalificaciones homófobas y, cuando ya no pueden más, llega un momento en el que vienen a afirmar que todo les parece bien pero que el problema radica en que los niños son muy crueles y los hijos de homosexuales sufrirían mucho en el colegio.

No cabe duda de que en el colegio ha habido crueldad para los hijos de madre soltera y para los que tenían cualquier defecto físico: lo que pasa es que hay que educar a los niños para que aprecien y respeten la diversidad. Esta tarea la hacen de forma magistral esos personajes de peluche con los que mis hijos aprenden inglés, saben que hay personas con síndrome de Down, en silla de ruedas, con SIDA, musulmanas o ecuatorianas. Con ellos aprenden poco a poco a respetar lo que existe fuera de su pequeño mundo para que sepan aceptarlo cuando lo encuentren. Al escudarse en la intolerancia de los niños hay quienes esconden una profunda homofobia, porque no se entiende que también les parezca mal que enseñemos a los niños a respetar los nuevos derechos adquiridos. ¿No será que quieren cargar la culpa de la intolerancia a los más pequeños?

*Profesor y activistade los Derechos Humanos