Abogada

No quiero que culmine el año 2003 sin que el periódico, del que me siento fiel seguidora, contemple entre sus páginas el contenido de aquello que considero forma parte de algo esencial de mi persona. Sirva esta pequeña introducción para dejar de manifiesto que el 80 aniversario que este año se celebra de la fundación del Extremadura tiene mucho que ver con Tomás Murillo Iglesias, mi abuelo.

No me consideraría una digna heredera de su figura si no dejara testimonio de la impronta que dejó una personalidad tan significada en la ciudad de Cáceres. Primero, y sobre todo, por su calidad humana. Segundo, tanto en el plano de la amistad como de su trayectoria como abogado del Estado, jefe en la Delegación de Hacienda de Cáceres, así como su dedicación a la Acción Católica del momento que vivió, por su enorme talla intelectual. Tercero, porque resulta obligado hacer una retrospección en el tiempo y situarnos en 1923, año en que se produjo el nacimiento del Extremadura y valorar en la proporción que merece el haber asumido la iniciativa y el compromiso de dirigir un medio de comunicación en pleno comienzo del siglo XX.

Pero en todo caso, porque creo y considero justo que todas aquellas personas que dieron tanto de sí mismas en los planos humano e intelectual, no deben ser olvidadas, sino que, por el contrario, los que todavía pertenecemos al mundo de los vivos, y a veces de los que sobrevivimos, debemos tomar los testigos con orgullo de lo bueno que nos transmitieron los que nos precedieron, como es mi caso, y hacer uso de esas cualidades, que resultan a veces tan difíciles de encontrar en este día a día tan atolondrado y vertiginoso.

Paradójicamente, sólo contaba yo con 7 años a la fecha de su fallecimiento, pero el recuerdo de su persona ha estado y está presente en mi vida, no sólo por lo que me ha transmitido mi madre, magnífica embajadora de las cualidades que de él heredó, sino también de las personas que supieron de su enorme categoría humana.

Qué mejor manera de rendirle tributo y dar las gracias por hacer posible que la información que transmite el Extremadura se perpetúe en el tiempo, y... 80 años no son en el tiempo cualquier cosa, que transcribir un esbozo del primer artículo editorial de este diario del número 1, en abril de 1923, escrito por Tomás Murillo Iglesias, su primer director y cofundador:

"La costumbre, que avasalla a veces con más imperio que la ley, impone estas líneas de presentación que realmente huelgan. Porque los carteles, las circulares, los periódicos locales, al dar noticia de nuestra aparición... pregonaron ya y dicen ahora por qué y para qué venimos a este rudo batallar de la prensa diaria, que no depara alegrías casi nunca y sí genera en el ánimo, solicitado a menudo por las tristezas y bajas pasiones de la realidad un hondo quebranto. Pero hemos de procurar sobreponernos a todo. Y no poco ha de influir en el probable éxito de nuestra empresa, el resuelto y decidido propósito que nos guía de alejarnos de todo partido político y de cualquier discusión de doctrina personal. Quienes deseen hallar aquí el ardimiento de una polémica o la alabanza, o la censura ciega del sectario, que no nos lea, porque tampoco satisfará sus anhelos. Tampoco será el Extremadura una revista científica..., ni ofrecerá con extensión, sino a intervalos y someramente, todo aquello que afecte a la entraña de los problemas palpitantes..., ...por eso este periódico será esencialmente informativo... Nos guía el intento de habituarnos a mirar con horror todo lo extenso: muy pocas cuartillas son el mejor título que puede ofrecer el escritor al público, pues el lector opina ahora, como en tiempos del inmortal libro del idioma castellano, que no hay ningún razonamiento gustoso si es largo...".

Poco cabe añadir ante tan magistral claridad de ideas en la exposición de la pluma del primero director del Extremadura : Tomás Murillo, ¡gracias siempre!