Estás en la playa sentado en una silla leyendo bajo una apetecible sombra -te gusta la luz del sol, pero no torrarte con sus rayos- que te proporciona un parasol que anuncia la marca de una conocida cerveza -no entiendes ese afán publicitario de las marcas de cervezas, cuando la cerveza es el producto más conocido y consumido del verano-.

Tus manos sujetan un libro electrónico que contiene una novela titulada La cena de los canívales, de Fer Carredano , un novel escritor canario que te está sorprendiendo porque su libro te parece muy bueno y sólo existe su publicación virtual, que te ofrece a un precio de 2,80 euros una famosa empresa que vende de todo por internet -eso sí, si Carradeno logra tener éxito y su nombre y obra se popularizan, alguien que yo sé le fichará para ganar un suculento premio que siempre ganan los que todos sabemos-.

Cerca de tu puesto de lectorplayerobajolasombradelparasolmarcaxbeer el mar recibe la desembocadura de una ría por la que navegan algunas barquitas de recreo. De pronto oyes un molesto y continuo ruido de motor que te es familiar, porque todas las tardes sobre la misma hora, cinco de la tarde, hace su aparición. Proviene de una moto acuática que conduce un tipo joven al que gusta ir y volver, ir y volver, en círculos, de aquí para allá, mareándose y mareando a los que se aproximan al dique de la ría para ver lo bien que conduce y las filigranas que sabe hacer con su escandaloso juguetito.

"Ya está aquí el tonto de la moto de agua. Se acabó la lectura", te dices. ¿Cómo concentrarse para leer con ese molesto ruido de moscardón metálico de fondo? Desconectas tu libro -¿quién te iba a decir a ti que algún día desconectarías un libro en vez de cerrarlo?-, y te da por pensar en los distintos tipos de tontos que existen en el mundo. El antiguo tonto de discoteca, torpe emulador de John Travolta ; y el nuevo tonto del coche disco móvil, ávido aspirante a sordo como una tapia. El tonto útil y el tonto ocasional. Pero si te dan a elegir -como a Joaquín Sabina en su canción- prefieres ser el tonto listo, como muchos políticos.