En la edición del pasado domingo de este periódico se produjo una coincidencia que a buen seguro llamaría la atención de más de un lector. En una de sus páginas pares (ya se sabe: las de la izquierda, que suelen tener menos lectores que las situadas a la derecha, en las que incluso la inserción de publicidad es más cara) apareció un reportaje sobre cierta enciclopedia que, pese a ser de reciente publicación, incurre en errores, plagados de tópicos, al tratar sobre nuestra región. Hablar hoy en día de subdesarrollo y pobreza como rasgos definitorios de Extremadura peca, en efecto, de falta de rigor. Especialmente si no se aclara que esas hipotéticas características tendrían, en todo caso, perfiles mucho menos acusados que décadas atrás.

Es lamentable que tantas personas, incluso muchas supuestamente ilustradas, caigan fácilmente en el lugar común, pero eso sucede cuando otros hablan de nosotros... y cuando nosotros hablamos de otros. ¿Hará falta recordar las reiteradas manifestaciones sobre el carácter poco menos que de vampiros chupadores de nuestra sangre que cierto político extremeño, afortunadamente ya retirado de la primera línea, atribuía hasta hace poco a vascos y catalanes?

Pero, volviendo a la coincidencia, en la página contigua a la anterior se informaba de la salida de la UCI del Hospital de Mérida de la mujer que días atrás había dado a luz un hijo a solas en Almendralejo, tras haber ocultado su embarazo a padres y hermanos. El bebé, como se sabe, falleció antes de que nadie pudiera auxiliar a madre e hijo en tan difícil trance. La noticia, en su día, me pareció terrible, propia de otras épocas.

De modo que, lamentablemente, cabe preguntarse si la enciclopedia en cuestión, pese a su falta de rigor, está totalmente errada. Porque, a mi juicio, sucesos como el que comentamos, aunque también ocurran en otros sitios, prueban que aún queda un largo camino por recorrer hasta que podamos decir que los tópicos sobre nuestra tierra perdieron totalmente su razón de ser.

*Profesor