WEwl secretario general de la ONU, Kofi Annan , ha asumido su culpa por no haber sabido evitar o atajar la corrupción que ha aflorado en relación al programa humanitario Petróleo por Alimentos de Irak. Además de su responsabilidad como máximo ejecutivo de la organización, Annan ha tenido que responder por el hecho de que su propio hijo intervino en algunos negocios nada claros. Aun así, desea el mandato.

Estados Unidos acusa a la ONU de ser una organización corrupta y pide una reestructuración total. En la actitud de Bush pesa el deseo de que la ONU no haga sombra ni ponga trabas a sus decisiones de política internacional, así como un claro ánimo de revancha por la postura reticente que tuvo Annan con la guerra de Irak. Pero es verdad que, efectivamente, la ONU está paralizada, que controla mal sus fondos, y que su reforma --no el desmantelamiento que EEUU quisiera-- es imprescindible. Los miembros del Consejo de Seguridad, que sabían que el dinero extraviado en Irak acababa sirviendo en buena parte para comprar armas en sus respectivos países, deben asumir también las responsabilidades. Pero, sobre todo, la de impulsar una modernización y saneamiento de la ONU.