Cantautor

Hay una guerra entre la mano derecha y la mano izquierda, entre lo de arriba y lo de abajo, entre el hombre y la mujer, entre lo joven y lo viejo, entre lo que importa y lo que no importa, entre el cielo y la tierra...

Si mal no recuerdo, éste era el tema de una vieja canción de Leonard Cohen. Y daba su solución: "Por eso amante, amante, amante, vuelve a mí". El viejo Leonard, con su seriedad metafísica, llamaba guerra a lo que deberían ser pequeñas desavenencias que no hay que tomar, por salud mental, demasiado en serio. Me refiero a la dualidad del comportamiento humano.

Pero una cosa es tomárselo a broma y otra que estemos generando y potenciando exclusivamente una sociedad que ahonda, exalta y halaga esa dualidad en todas sus manifestaciones. En la política, en el arte, en la publicidad, en el pensamiento... Es cosa de raros y poetas intentar conciliarlos, buscar su acorde, su armonía. Buscar, nada menos, que el pensamiento unitario. Pero en estos tiempos desdichados se lanza a todo el planeta, con la locura de tomárselo en serio, la idea del Eje de los buenos, que somos nosotros, y el Eje de los malos, que son ellos. Todo muy calvinista, con aires proféticos, de predicadores ante un público que grita enajenado. Lo curioso es que a políticos de una cultura antigua y sabia como la europea, no les dé vergüenza hacerse eco de semejantes planteamientos. Debe ser por la cuenta que nos tiene. No en vano hemos dado un Cervantes, que es inmortal entre otras muchas cosas, por decirnos que todos llevamos dentro un don Quijote y un Sancho Panza. Que somos dos, idealistas buenos y pancistas menos buenos, al mismo tiempo. Quiero pensar que solemos olvidarlo y no que aún no lo hemos entendido.