Podría esperar al ocho de marzo para escribir esta columna, pero qué carajo, ayer salió la presidenta de una multinacional informática hablando de la conciliación. Y lo alabo, lo comparto y me alegro. Y sabemos que muchas mujeres (y hombres, sí) que trabajan en la empresa privada y en la actualidad pueden conciliar, lo hacen gracias a las mujeres trabajadoras que han existido siempre (y que a menudo olvidamos), que limpian las casas de otros, cuidan sus hijos, les preparan la comida y les planchan la ropa. No es justo que los medios demos espacio a quienes logran, y ha costado bastante, poder compatibilizar la vida laboral y familiar y nos olvidemos de quienes (en su mayoría mujeres, mujeres trabajadoras) en muchos casos lo hacen posible. Y hay que reconocerlo.

Parece que fue ayer cuando la mujer se incorporó a trabajar fuera de casa (trabajar el doble, en una palabra, que gran parte de ellos aún tienen mucho que asumir). Y no es verdad. Fue mucho antes. Mujeres trabajadoras haberlas haylas desde siempre, muchas. Aunque no tuvieran contrato, ni derechos laborales y en gran parte de los casos sus situaciones fueran de semiesclavitud. Y aquí en España sabemos mucho de eso.

Mujeres pobres que trabajaban para los ricos por dos perras gordas, mujeres pobres que marcharon a servir a la ciudad, mujeres pobres que se deslomaban en los campos, mujeres pobres que criaban a los hijos de las mujeres ricas, mujeres pobres que trabajaban en las fábricas... Y no estoy hablando solo del siglo pasado, sino de todos los siglos que llevamos a nuestras espaldas. Mujeres trabajadoras y trabajando para otros ha habido siempre, otra cosa son las condiciones (eso ya merece otro artículo).

Pero de esto no se habla porque para hablar de ello hay que hablar de clases (un asunto que a tantos chirría).

Les contaré algo. Mi amiga Marisa (española) concilia (concilian ella y su marido), entre otros motivos, gracias a que una chica colombiana se ocupa parte del día de sus hijos y de su casa.

La nanny de mi amiga Marisa es una mujer trabajadora que le echa una mano para que ella concilie. Normalmente destacamos que Marisa puede con todo y es una super woman . Y, sí, mi amiga es una persona trabajadora, mucho, y decidida, y tiene un buen puesto de ejecutiva. Pero es injusto obviar a quien es co - rresponsable de que ese trabajo y esa decisión lleguen a buen puerto.

De hecho, una de las razones por las que es posible que mi amiga lleve la vida que lleva es que tiene alguien que trabaja para ella. ¿Puede con todo? Sí, porque hay parte de ese todo que no lo hacen ni su compañero ni ella. Lo hace otra persona. Y digo más, lo hace otra mujer. Una mujer trabajadora.