Las estadísticas de accidentes de tráfico en el 2007 representan un hito en la historia española reciente de lucha contra la siniestralidad en carretera. Se ha conseguido rebajar el número de muertos por debajo de la cota psicológica de los 3.000 e incluso ha habido menos decesos en este 2007 que en 1968, hace 40 años, con nada más y nada menos que un 700% más de parque automovilístico.

Comprobar el descenso vertiginoso de la mortalidad (un 34% con relación al 2003; en el caso extremeño, un 30%, aunque el año pasado no descendió la siniestralidad) nos habla del éxito de las medidas coercitivas y sancionadoras impulsadas por la Administración. El problema humano y social de los accidentes de tráfico, más allá del azar y de las circunstancias adversas e imprevisibles, solo se puede solucionar, y ahora se demuestra con datos, con una mayor severidad en la legislación, con controles, campañas y mensajes preventivos y con la introducción paulatina, lenta pero persistente, de una manera de comportarse ante el volante mucho más cívica, más civilizada.

La lucha contra la siniestralidad ha sido y es una prioridad del Gobierno. En estos cuatro años se ha aprobado el carnet por puntos y la reforma del Código Penal que castiga con dureza la temeridad y la insensatez. También se han introducido otros factores de corrección y, en general, se ha llevado a cabo una política eficaz que tiene que acabar de asentarse para que el ciudadano la perciba como integrante de su cotidianidad. Ello implica mayor diligencia en tramitar las sanciones y un cuidado intenso y continuado en la sensibilización por encima de lo que puede ser percibido como simple sanción.