La peor crisis ambiental de los últimos 60 años amenaza con la hambruna a casi 12 millones de personas en el cuerno de Africa. Otras regiones del planeta como la India también están en riesgo.

El éxodo de millares de personas ha comenzado desde Somalia hacia regiones cercanas en Kenia, Etiopía y Yibouti donde las condiciones para acoger a los refugiados no son mejores. Es el caso de Kenia, donde el nivel de corrupción gubernamental contribuye a la desprotección de los más débiles o la inoperancia frente a la llegada de desplazados.

A este escenario de caos hay que añadir el pernicioso papel de las milicias radicales que entorpecen la llegada de la ayuda humanitaria en un ejemplo de barbarie propia de la Edad Media: "mejor morir que aceptar ayuda occidental" les dicen a los miles de personas que huyen a los campos de refugiados.

El agua y, con ella, la capacidad para el cultivo, como fuente principal para la obtención de alimentos, han desaparecido. El riesgo de colapso para una población claramente vulnerable a los desastres naturales, como la sequía persistente, aumenta de forma exponencial. La secuencia agua, cultivos y ganado mantiene a la zona del cuerno de Africa en la economía de subsistencia. Frente a la falta del primer vector ambiental el sistema cae como castillo de naipes al que le falla la carta matriz. El desplazamiento forzado de la población es, en sí mismo, un nuevo problema ambiental de magnitud incalculable que desequilibra la región y lastra los loables intentos de las ONG por salvar miles de vidas.

XLA ACTIVIDADx preventiva limitada, frente al riesgo de crisis humanitaria, por parte de las organizaciones internacionales como la ONU y el Banco Mundial, demuestra, que es necesario desarrollar un sistema de detección precoz de los riesgos ambientales a nivel planetario. La dimensión del problema, la frecuencia con la que se produce (conocida gracias a la secuencia histórica) y los efectos sobre la población pueden verse incrementados por las consecuencias que, a medio y largo plazo, se deriven del cambio climático en esa y otras regiones.

¿Qué hacer, pues, frente a esta situación de crisis ambiental y humana? Varias son las propuestas que pueden llevarse a cabo si la capacidad de abordaje económico, político y de seguridad se traduce en un verdadero compromiso por parte de los países desarrollados en el seno de las Naciones Unidas.

En primer lugar y, en mi opinión, es necesario modificar el alcance de la ayuda humanitaria a la zona a una escala que, probablemente, jamás se ha planteado desde el primer mundo y que supera, en varios órdenes de magnitud, cualquier planteamiento actual.

Hay que desarrollar un programa eficiente para mejorar de forma permanente los sistemas de captación de agua en la región a nivel macroterritorial. Muchas mujeres somalíes caminan horas para poder acceder a unos pocos litros de agua con los que saciar la sed de sus familias.

Tarea nada fácil, pero no inabordable, es la de frenar la desertificación de la zona mediante programas de repoblación y cultivo que limiten el avance del desierto.

Respecto a la cuestión de la utilización de las mejores técnicas agroalimentarias es necesario alejarse de la controversia en referencia a los organismos modificados genéticamente. La producción segura de alimentos a escala mundial deberá aumentar necesariamente pues la población del planeta se estima en 9.000 millones de habitantes para el año 2050. Aunque en los países desarrollados la tasa de natalidad bajará, la mitad de este crecimiento tendrá lugar en sólo nueve países: India, Pakistán, Nigeria, Etiopía, Estados Unidos, República Democrática del Congo, Tanzania, China, y Bangladesh según datos de NNUU.

Hay que limitar la acción de los grupos armados que impiden el trabajo de las ONG en la implantación de proyectos de desarrollo sostenible que mejoren la autonomía de los territorios.

Finalmente, debe establecerse en la zona un sistema de monitoraje que mejore la puesta en marcha de soluciones permanentes huyendo del sistema acción-reacción que impera en la política internacional actual sobre el cuerno de Africa. Este sistema debe apoyarse en la existencia de un verdadero gobierno mundial que pilote la gestión de los riesgos que amenazan a la humanidad y sirva de auténtico referente. Ante los problemas globales e interconectados la herramienta fundamental debe ser, también, la acción global basada en los principios de capacidad de anticipación, prevención, precaución y responsabilidad compartida.