El tiempo es una entelequia curiosa: un minuto puede parecer larguísimo o demasiado corto según lo esté pasando el que lo vive. Y me temo que los meses que faltan para las elecciones municipales y autonómicas, se nos van a antojar a todos excesivamente largos. Pintan bastos en la política española; pero los partidos desoyen el clamor de todas las encuestas que exigen unidad en muchas cosas y menos crispación en todas y se lanzan al clásico "y yo más" que caldea el ambiente y perjudica al conjunto.

Yo tengo la sensación de que esto ya los habíamos pasado, de que muchas de las cosas que están pasando ahora pertenecieron a aquel tiempo difícil en el que la transición tuvo que amoldarse a la sociedad y la sociedad a la democracia y valía casi todo para posicionar a los partidos --a los dos grandes partidos, liquidada la UCD-- en el mejor punto de partida.

Esperanza Aguirre dijo hace unos días, como de pasada, algo que a mí me parece preocupante: mal lo tiene que ver el partido socialista para movilizar incluso a los sindicatos en estas fechas previas a las elecciones. Y es verdad. Volvemos --y siento tener que escribir esto porque nunca creí que lo tuviera que volver a decir-- a la utilización de los trabajadores por unos sindicatos que vuelven a actuar como aquella vieja historia que parecía superada: correa de transmisión de los partidos. De otra forma no se explica la cantidad de huelgas concentradas y concertadas en estas fechas claves. Luego llega el PSOE y dice que no asistirá a ningún debate en la televisión autonómica madrileña y, mire usted por donde, lo primero que uno ve al entrar en Telemadrid es una mesa de los sindicatos recogiendo firmas para salvar la empresa.

SUPONGO QUE que en todas las comunidades cuecen habas y que lo que ocurre en Madrid se repite en otros lugares de España. Lo que pregunto si todo esto no es volver a unos orígenes que ya creíamos superados.

Tal vez la respuesta es que ZP se ha empeñado en hacer la segunda Transición --no se sabe muy bien por qué-- y lo que ha conseguido es meternos a todos --incluido él mismo-- en un berenjenal con precedentes: aquellos años duros que vivimos los de mi generación con una clase política de bastante mayor calado que la actual. Pero ahí está con su nuevo modelo de Estado, sus proceso de paz y su política de aislamiento que le lleva incluso a nombrar ministro de Justicia a don Mariano Fernández Bermejo . ¿Y ese quién es? Pues depende del periódico que lea o la emisora que escuche: para unos, una de las bestias negras del PP que nunca se ha cortado un pelo en hacer declaraciones muy en consonancia con la moda de la "derecha extrema" que tanto gusta ahora en el PSOE, y para otros un pobre represaliado de Gobierno Aznar . En este panorama ¿cómo vamos a entendernos? Las segundas partes --salvo en El padrino -- nunca fueron buenas y ya tuvimos bastante con una transición. La opción la explicaba Shakespeare muy claramente: se consigue más con una sonrisa que con la punta de una espada. Espadas, bastos, copas que nos quiere quitar la ministra del ramo y oros que ojalá no falten porque estos juegos malabares terminan como el rosario de la aurora con una economía precaria.

*Periodista