TLta transparencia, esto es, hacer lo que dices es cada día más un mandado imperativo que requieren los ciudadanos cada vez con más urgencia. Se ha legislado mucho en torno a ello, aunque no siempre esas normas son lo que debieran ser, esto es, han amagado con ser totalmente cristalinas, pero hay espacios que han quedado opacos, en interés de los llamados intereses críticos que tiene cualquier Estado, lo que siempre se ha denominado espacios de incertidumbre pública.

La verdad que esa falta de transparencia y opacidad en las decisiones han creado un estadio de resistencia hacia aquellas instituciones que quieren permanecer de perfil, frente a los requerimientos informativos que demandan todos los ciudadanos. La cosa pública no es la gestión pública, es el espacio de la sociedad para demandar y exigir cómo se deber articular cualquier sociedad que está asentada en los principios democráticos de la igualdad, la libertad y la participación en la vida política, económica, cultural y social. Que es lo que dice, entre otros, nuestro texto constitucional. Tratar de esquivar estos principios puede traer como consecuencia las irremediables disfuncionalidades de un estado que se quiebra, al socaire y poder de un parte muy privilegiada de la sociedad.

Por esto, cuando, a veces, escucho que en la administración mando yo, y si hay que subvencionar, será lo que convenga. Alguien se está equivocando y alguien está usurpando esa intervención pública que han de tener los ciudadanos por el propio sistema democrático.

Ahora, después de un proceso electoral se han evidenciado muchas aristas que conforman el espacio y el tratado de la transparencia de unas administraciones, o, mejor dicho, de unos gestores públicos que han de concienciarse en una forma de actuar, y en una forma de ser. Esto es, no hay que gobernar con la celeridad de unas elecciones, y, especialmente hay que hacerlo con la virtud de una gestión pública, responsable y que sea para todos. La cosa pública y la vida pública en cualquier estado democrático es consustancial a la transparencia y a la opinión y participación de los ciudadanos.

No viene bien, ni mucho menos ahora, rasgarse las vestiduras por esa alta abstención o determinados giros de votación. Hay que escuchar y hacerlo en silencio para oír todo tipo de comentarios, y todo tipo de murmullos. Los ciudadanos no se equivocan cuando votan, los que sí se equivocan son aquellas maniobras que pretenden escamotear el verdadero sentido de las elecciones que no es otro que el mandato para hacer las cosas bien, hacerlas con transparencia y hacerlas basadas en el interés general.

XCOMO LAx democracia no se improvisa, tampoco se improvisan en las elecciones, así pues, si queremos ser receptivos a lo que han marcado las urnas, hemos de ser silenciosos en escuchar y en tomar aquellas decisiones desde el estruendoso silencio de unas urnas que han marcado un destino, momentáneo, pudiera ser, pero que es inequívoco de lo que realmente quieren y demandan los ciudadanos de nuestro país.