El presidente del Partido Popular, José Antonio Monago, lanzó ayer un inesperado órdago a la Junta de Extremadura al condicionar el apoyo a la reforma del Estatuto de Autonomía a que la Asamblea se comprometa a elaborar un informe sobre las demandas actuales y futuras del agua del pantano de Valdecañas. El presidente de la Junta contestó ásperamente al presidente de los populares y tildó de insólito que supeditara la reforma estatutaria a ese asunto concreto. Monago quiere que se le asegure que el posible trasvase desde Valdecañas a Levante no comprometa el futuro del norte extremeño, y en este sentido sus aspiraciones son legítimas. Pero para hacerlo no necesitaba poner en entredicho nada menos que el consenso en la reforma del Estatuto. Seguramente, el PSOE podría haber asumido la demanda del PP en una de sus muchas reuniones bilaterales. Y solo en caso de no hacerlo, criticarlo ante la opinión pública. Monago ha invertido los términos. Los partidos deberían aparcar sus diferencias cuando del Estatuto se trata. Hasta ahora, todo parece indicar que PSOE y PP estaban trabajando en un clima de colaboración sobre la citada reforma. Condicionarla a asuntos concretos sería enturbiar un clima que debilitaría al propio Estatuto, lo cual no beneficia a nadie.