Este año ha sido extraordinariamente complejo para todo el mundo, también para la Unión Europea. El primer año de vida del Tratado de Lisboa ha coincidido con un periodo de crisis y con las duras medidas consiguientes.

Lisboa ha supuesto un gran cambio en lo que respecta no solo a la actividad de la Unión, sino también a su metodología de trabajo. Hay quien se muestra escéptico. Algunos críticos aducen que el tratado solo vino a complicar un escenario institucional ya de por sí complejo. Otros siguen defendiendo la opinión de que las relaciones entre las diferentes partes de la UE son un juego de suma cero: los beneficios que una institución obtiene, los consigue en detrimento de las otras. También oímos afirmaciones exageradas, como que la UE se desliza inexorablemente hacia el intergubernamentalismo.

Como miembro de la Comisión Europea responsable de Asuntos Internacionales y Administración, he participado en el proceso desde los primeros días de vigencia del Tratado de Lisboa. Y, en neto contraste con los agoreros, mi experiencia ha sido extraordinariamente positiva. Cuando este año surgió la crisis de la deuda soberana, el tratado permitió a la Unión tomar decisiones fundamentales en la mitad de tiempo.

XEL TEXTOx refuerza la democracia a nivel estatal y de la UE, atribuyendo un papel más importante a los parlamentos estatales y al Parlamento Europeo. Aumenta las competencias legislativa y presupuestaria del Parlamento Europeo. La codecisión entre el Parlamento y el Consejo, que representa a los gobiernos, es ahora el procedimiento legislativo habitual y el Parlamento tiene plenos poderes sobre el gasto. En ámbitos como la agricultura y el comercio, las políticas son puestas a prueba con un escrutinio democrático inédito hasta ahora, lo que supone más legitimidad y, espero, un aumento de la concienciación y de la aceptación públicas de las decisiones de la UE.

Pocas personas son conscientes de que los parlamentos estatales también han salido beneficiados del Tratado de Lisboa al adquirir nuevas competencias de escrutinio de las propuestas de la UE. A su vez, pueden plantear objeciones si consideran que un asunto dado sería mejor abordarlo a nivel estatal.

Asimismo, uno de los cambios más innovadores es la instauración de la iniciativa ciudadana europea, primer instrumento de democracia directa de la UE, que permitirá que, con el apoyo de un millón de firmas de ciudadanos de varios estados, se pueda pedir a la CE que intervenga en una determinada cuestión.

Aunque los parlamentos y los ciudadanos se hayan beneficiado del nuevo tratado, ello no ha supuesto pérdida alguna para otras instituciones. El Consejo Europeo, que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno, lleva funcionando más de 30 años, pero ahora ha adquirido el estatuto de institución europea de pleno derecho. Su situación es única para tratar cuestiones estratégicas de gran envergadura que precisan el compromiso de los 27 estados miembros al máximo nivel. La crisis económica ha puesto de manifiesto los beneficios de contar con un presidente del Consejo Europeo para garantizar la uniformidad y la coherencia. Así lo demuestra la sólida cooperación sobre gobernanza económica que existe entre el presidente de la Comisión, Jose Manuel Durao Barroso , y el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy . Al mismo tiempo, el Consejo de la UE, que reúne a ministros sectoriales de los gobiernos, es ahora más eficaz con la extensión del voto por mayoría cualificada.

El tratado también ha reforzado la capacidad de la Comisión para aprovechar al máximo sus competencias: su derecho de iniciativa legislativa, su indispensable capacidad técnica, su defensa del interés general y su protección del acervo legislativo. En lo que respecta a cuestiones como el mercado interior, los mercados financieros, la política social, la cohesión, la energía, el cambio climático, la agricultura y el transporte, la realidad demuestra que solo la Comisión puede lograr resultados. Dispone de los recursos, las redes y los conocimientos técnicos.

¿Y qué decir de la crítica sobre un intergubernamentalismo progresivo en la UE? Este debate frente al comunitarismo es una falsa dicotomía. La realidad es que la UE contiene elementos de ambos, siempre ha sido así y así seguirá siendo. En ello radica su carácter único y su genialidad.

En último término, todas nuestras acciones deben tener un objetivo común: una Unión más eficaz, más democrática y respetada en el escenario mundial. Como cualquier nuevo conjunto de normas, ponerlo en marcha ha llevado un tiempo. Pero un año después, percibo con claridad que funciona bien y que refuerza la democracia y la transparencia de la UE. Es solo un instrumento para agrupar a las instituciones, los Estados y los ciudadanos. Un instrumento con un gran potencial que deseamos utilizar en beneficio de todos.

*Vicepresidente de la Comisión Europea para Asuntos Internacionales y Administración Económica, ha puesto de manifiesto los beneficios de contar con un presidente permanente del Consejo Europeo.