El 23 de enero descarriló cerca de Valencia de Alcántara el tren Lusitania, que cubre el trayecto entre Madrid y Lisboa. Sin consecuencias para sus 38 ocupantes. En noviembre del 2006 se produjo otro descarrilamiento, también sin consecuencias, en la misma zona. Las causas eran las mismas: el mal estado de la vía. Adif, la empresa encargada del mantenimiento de las infraestructuras ferroviarias, dijo que el servicio se restablecería en tres días. Han pasado más de dos semanas y aún se encuentra el Lusitania en vía muerta y sin fecha para salir de ella. Los técnicos de Adif han detectado problemas inesperados y deberán revisar 50 kilómetros de vías antes de reanudar el servicio.

La información que ofrecen los sindicatos ferroviarios sobre ese tren y sobre las vías por las que circula denota que no ocupan un lugar de preferencia entre las preocupaciones de los gestores ferroviarios: según CGT, el material empleado en la renovación de las vías en el tramo donde se produjeron los descarrilamientos es de segunda mano y, por otro lado, la Renfe ni siquiera ´ha tomado nota´ de que el servicio está suspendido y tiene abierta en su página web la venta de billetes. ¿Puede estar un tren más en vía muerta que aquel que la empresa que lo gestiona ni siquiera sabe que lo está?