La manifestación de ayer en Badajoz en favor de un tren digno para la región, fruto del Pacto Social y Político por el Ferrocarril en Extremadura, que el Ejecutivo autonómico suscribió con los agentes sociales y económicos el pasado mes de marzo y al que después se adhirieron los diferentes partidos políticos, puede considerarse el inicio de un movimiento de la sociedad extremeña para dotar a la región de una infraestructura de nivel que garantice su futuro. No es momento de hacer guerras de cifras acerca de la concurrencia o no de manifestantes (unos hablan de 3.000 personas y otros de 2.000), ni de tildar de éxito o de fracaso la protesta como si los unos estuvieran enfrentados a los otros porque no es la razón de la protesta. Ni siquiera de criticar a los asistentes y no asistentes que, en este caso, han cuestionado el momento en que se hace esta manifestación con un gobierno en funciones y a las puertas de una investidura o unas terceras elecciones.

Lo cierto y real es que se trata de la primera vez que se realiza un acto de esta naturaleza en la región por un futuro prometido por diferentes gobiernos que no acaba de materializarse, lo que significa un ‘basta ya’ de excusas alto y claro que ha empezado a cuajar en la sociedad extremeña.

Esperamos que este arranque siente las bases de un acuerdo más global. Y que seamos capaces de englobar a todos bajo la misma pancarta con independencia de quien gobierne en Madrid o en Mérida. El ferrocarril es una cuestión de estado, o en este caso de región, que debe salir de la esfera política y convertirse en meta de todo gobierno u oposición, sean cuales sean las siglas que defienda.

Ahora que parece que se inicia la legislatura y que el Gobierno echa a andar, no estaría de más volver a dialogar y englobar a todos bajo el mismo paraguas. No se puede consentir por más tiempo que Extremadura sea la única comunidad sin un sólo kilómetro de vía sin electrificar o que la red ferroviaria, que alcanzaría un estado aceptable por 178 millones de euros de inversión, siga en la situación deficitaria en la que está. La paciencia, signo característico de los extremeños, empieza a colmarse y eso, se mire como se mire, es bueno.