El tren del poder no pasa por Extremadura, cada vez queda más claro. Once trenes. Las incidencias con el ferrocarril se repiten cíclicamente cual día de la marmota y la solución son once «nuevos» trenes. Para seguir circulando por unas vías obsoletas. Años de dejadez y el remedio siguen siendo parches y limosnas.

Dice Fomento que son «el doble de fiables». Y yo me pregunto, ¿de qué cálculo se parte? ¿Quiere decir con esto que las incidencias se reducirán a la mitad? Mis cuentas dicen que la fiabilidad de los trenes actuales es algo así como 0, rozando el negativo. Así que si esta declaración estaba destinada a ser un alivio, creo que ha fracasado.

Cálculos son los que hago yo, al igual que los extremeños en el exterior, para saber cuánto tardaré en llegar a casa. Porque el viaje de Madrid a mi tierra es más penoso que el que hago para traspasar fronteras.

Una amiga vasca, muy sorprendida y conmocionada, me preguntaba qué pasaba con Extremadura. Ella había visto la imagen viral bautizada como ‘foto de la vergüenza’ de pasajeros maleta en mano peregrinando por un secarral bajo el sol ante el enémiso percance del tren extremeño. «Sí es verdad que es la gran olvidada», me decía ante mi desazón después de exponer una brevísima historia de nuestras desventuras ferroviarias. «Una región muy grande y sois muy pocos, no interesa para los votos», añadía. Elemental.

Es bien triste comprobar que el tren del poder no se detiene, no humaniza, poco importa quien sea el maquinista. Sólo en contadas ocasiones mira hacia el andén, especialmente si ve que sus cimientos se tambalean.

Llegaba el Gobierno de Pedro Sánchez con promesas de cambio, de viento fresco, de soluciones. Política de gestos para empezar, marca de la casa socialista. Ahora bien, llega el momento de limpiar raíces. ¿Corrupción del rey emérito? Portazo. ¿Publicación de los acogidos a la amnistía fiscal? No es posible. ¿Derogar la reforma laboral? Vuelva usted mañana. El PSOE, más de 40 años como muletilla del sistema. La cara amable del poder establecido.

Volviendo al ferrocarril, ¿cumplirá Sánchez su promesa de traer el AVE a Extremadura? ¿Mostrará un mínimo de interés por la región? Ya sólo por aquello de que nos preside su compañero Fernández Vara. La solidaridad entre camaradas que dicen. El poder no es de fiar, aunque tenga una cara bonita. Una vez más, el pataleo es la única salida.