Se vuelve del Norte con la sensación difusa de que te están tomando el pelo. En realidad se vuelve así de casi cualquier punto de España. Si yo pago mis impuestos igual que un vasco o un asturiano, a ver por qué no tengo sus trenes o sus carreteras. Por qué si quiero ir a la capital de la otra provincia tengo que utilizar una carretera nacional y no una autovía, por ejemplo.

A no ser que se pretenda convertir esta región en abanderada total del regreso a la lentitud, o en exaltación del paisaje, precioso eso sí, aunque irrite contemplarlo detrás de un camión o camiones varios, tragándose sus humos en cada curva. Tampoco puedo entender a qué se debe que los trenes que atraviesan (verbo que se queda grande) Extremadura sufran constantes averías, tarden tantísimo y no tengan ni un mísero bar donde tomarte un café o comprar un bocadillo. Llegas a la estación de Madrid y si comparas tu tren con los que viajan a otras comunidades se te queda cara de un franco, dos pesetas.

Solo nos falta la maleta de cartón y la caja de galletas atada con cuerda. A poco que cierres los ojos un momento, regresas a un pasado de soldados volviendo de la mili, bancos duros y olor a bocadillo de lomo con tomate. Desde la ventanilla ves, eso sí, otro paisaje precioso, las obras del AVE, que amagan pero no cesan. Todo esto en una región que estuvo a punto de contar con un aeropuerto en Cáceres. Y que se postula como destino turístico de interior. Debe de ser verdad lo del carácter de los extremeños, gente dura, acostumbrada a todo. Si no, no se explica que no hayamos botado ya a quienes consienten que tengas que ir comido e incluso cenado si te montas en el tren, y meter en el equipaje tu botella de agua, por si acaso, y hasta llevar calzado cómodo por si se avería en mitad de la nada y tienes que acarrear tus maletas por las vías. Es una vergüenza y un agravio comparativo con otras comunidades. No puede ser pagar lo mismo y recibir menos. No puede ser que venir en tren a Extremadura acabe vendiéndose como turismo de multiaventura o de regreso al pasado. Solo hace falta que a alguien se le ocurra. O si no, al tiempo.

* Profesora