WEw l tercer aniversario del 11-M, la mayor matanza terrorista en la Europa reciente, ha pasado prácticamente inadvertido bajo el ruido producido por el PP calentando la manifestación de ayer. La escenografía montada en la madrileña plaza de la República Dominicana, donde un comando etarra, en el que estaba Ignacio de Juana Chaos, asesinó a 12 guardias civiles el 14 de julio de 1986, no ha ido acompañada de un recuerdo a las 191 personas que perdieron la vida hace hoy tres años en los trenes de Atocha, a los 1.824 heridos y a los familiares de todos ellos. Parece que los estrategas del PP no han querido distraer esfuerzos y se han centrado en convertir a De Juana Chaos en un símbolo, en un arma arrojadiza contra el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Es una lástima que el apoyo a las víctimas tenga ese carácter tan selectivo.

La teoría desmontada

No solo eso. Al olvidarse momentáneamente del 11-M tratan de pasar por alto que el juicio que se desarrolla en Madrid está deshaciendo, como si de un azucarillo se tratara, toda la teoría de la autoría de ETA que el expresidente José María Aznar, sectores del PP y algunos medios de comunicación vienen argumentando con más voluntad que acierto y con más insidias que argumentos desde el día en que los socialistas ganaron las elecciones del 14 de marzo del 2004.

Los ciudadanos españoles pueden sentirse razonablemente satisfechos por la labor desarrollada por los miembros de las fuerzas de seguridad que han investigado el atentado. Los presuntos culpables, los que no se suicidaron en Leganés, fueron detenidos y están siendo juzgados sobre la base de pruebas contundentes. Las 11 primeras sesiones del juicio, en las que han declarado 29 acusados y 8 testigos, han demostrado que la instrucción realizada por el juez Juan del Olmo ha sido cabal, en contra de lo que dicen quienes han dedicado toda la artillería contra él. Su pecado fue seguir la línea de la autoría de Al Qaeda, que era lo razonable como el juicio acabará demostrando. Es más, de algunos de los testimonios ante el tribunal se desprende que el Gobierno de Aznar no tenía ninguna base para sostener la autoría de ETA, como se empeñaron en hacer.

Envuelto en la bandera

Pero el PP, envuelto en la bandera española, salió ayer a la calle en una manifestación multitudinaria que aprovechó el innegable impacto que ha tenido sobre la opinión pública la concesión de la prisión atenuada al etarra De Juana Chaos. Los lazos azules no eran ayer símbolos, como en su origen, contra la barbarie de ETA, sino contra el Gobierno socialista, contra quien fueron dirigidos la mayoría de los gritos. Las banderas españolas remitían a una España de bien, en terminología de Mariano Rajoy, frente a otra España, la que al parecer representa el PSOE y las demás fuerzas políticas.