Por segunda semana, algunos centenares de personas han salido a la calle para reclamar la liberación de Albert Vilalta, Roque Pascual y Alicia Gámez, los tres cooperantes españoles que fueron secuestrados el 20 de noviembre en Mauritania por terroristas islamistas. Es una acción de recuerdo y de reivindicación que los allegados a las víctimas piensan mantener cada miércoles en Barcelona mientras no termine esta pesadilla.

Aunque se trata de un ejercicio testimonial sin efectos prácticos para un feliz desenlace del secuestro ídado que lamentablemente no conmoverá las conciencias de los secuestradoresí, sí sirve para que los ciudadanos no olviden la angustia que sufren las víctimas y sus familiares, que afrontan las fiestas más entrañables del año con tan lacerantes ausencias. Una circunstancia a la que aludió el Rey en su tradicional mensaje navideño, en el que con razón se refirió a lo intolerable que resulta, a los ojos de toda ideología, que personas que dedican tiempo y energías a ayudar a los más desfavorecidos íen este caso, de la castigada Africaí sean víctimas de la intolerancia de fanáticos cuyo sentido de la justicia dista mucho del sentido común.

A diferencia de lo sucedido con el secuestro del pesquero Alakrana por piratas somalís, en el que la abundancia de información sobre la evolución de las negociaciones para resolver el caso fue contraproducente, en el rapto de los cooperantes españoles se ha optado por la prudencia y la discreción. Es una opción pragmática e inteligente. Los familiares y los compañeros de las víctimas han comprendido que los vericuetos para su liberación no son simples, y que nada se gana atosigando al Gobierno con la reclamación pública de acciones que conduzcan a una rápida resolución del caso. En este tipo de secuestros, las gestiones, a múltiples bandas, no suelen dar frutos inmediatos y requieren una urdimbre de complicidades en las que se sobrepasan los límites de la política y las relaciones internacionales convencionales.

Corresponde al Gobierno, que mantiene a las familias informadas con regularidad, la dirección de las gestiones para el fin del secuestro. Pero corresponde al conjunto de la sociedad española no olvidar, en la jornada del reencuentro familiar por excelencia, a Albert, Roque y Alicia, tres ciudadanos altruistas que son víctimas de la sinrazón y cuya liberación ansiamos todos.