Dicen que, en la democracia orgánica que es el PP, el señor Alberto Ruiz-Gallardón ha ganado muchos puntos para ser el aspirante a la presidencia del Gobierno. Del señor Aznar depende quién ha de sucederle y muy bien podría cumplirse el rumor, si se tiene en cuenta que el elegido para alcalde de Madrid puso en su lista a la señora Ana Botella, que será ahora concejala de Asuntos Sociales, lo que le permitirá la práctica virtuosa de la caridad. Favor con favor se paga.

De nada les servirían a los Tres Tenores los méritos que han contraído en los últimos meses para merecer la confianza del dueño del dedo que ha de designar al sucesor. Los señores Rato, Rajoy y Mayor Oreja se prestaron y ya saben cómo van estas cosas en las democracias orgánicas, que es como decir cuando dependen de una persona. Estaban en la recta final de la carrera y aparece ahora un competidor, por el que apuestan algunos aznarólogos de los que no acostumbran a equivocarse. La victoria para la alcaldía de Madrid en el 2003 le serviría de trampolín para el 2004.

Su triunfo ha ido acompañado de la publicación de biografías y detalles sobre su vida, y entre ellos aparece algún rasgo personal que podría ser un escollo en su camino. El columnista se pregunta: ¿puede aspirar a la presidencia del Gobierno español un candidato de la derecha al que no le gustan los toros ni las procesiones? Seguramente ha podido ganar holgadamente la alcaldía de Madrid porque no se sabían estos detalles. Hasta para el señor Aznar pueden haber sido una sorpresa. Tendrá que reflexionar. Por su talante ha de ser partidario de un candidato más castizo.