La mala racha iniciada en el Mundial de Brasil-2014 tuvo el domingo su tercer episodio en el de Rusia, tras la eliminación por penaltis ante el anfitrión. Con la derrota son ya tres las competiciones en las que la selección española ha quedado fuera mucho antes de lo previsto. A los títulos en las Eurocopas del 2008 y 2012 y el Mundial del 2010, han seguido el KO en la primera fase en Brasil, y dos seguidos en octavos de final, ante Italia en la Eurocopa del 2016 y este domingo en el estadio Luznikhi de Moscú. El cara o cruz de los penaltis dejó fuera a una selección que, sin duda, ha perdido el ángel que la llevó a protagonizar la mejor era de su historia. El torneo ya se torció con el golpe de timón del nuevo presidente de la federación, Luis Rubiales, por la infidelidad de Julen Lopetegui al fichar en secreto por el Real Madrid, días antes del inicio del campeonato. No cabe achacarle a su sustituto interino, Fernando Hierro, el peso de la eliminación, pero lo cierto es que tampoco ha sumado. Así, no dejó de sorprender ayer con su decisión de dejar en el banquillo a Iniesta. España, por lo tanto, abre una etapa incierta en la que las despedidas del propio Iniesta, la ya anunciada antes del Mundial de Piqué y la de otros hombres de la época dorada como Silva deben abrir paso a una incierta regeneración que empezará con la designación del entrenador. España hoy no tiene cohesión ni fiabilidad.