WLwa Semana Santa cacereña ha superado las mejores expectativas de visitantes y ya se presenta como una de las citas culturales extremeñas con más peso fuera de la comunidad. Pese a los intentos de cofradías y hermandades de salvaguardar el espíritu religioso a los actos, a esta fiesta le resulta muy difícil desprenderse de sus flecos puramente económicos. La cifra de 50.000 turistas, que se había barajado antes de estas fechas, se presupone corta cuando la Semana Santa acaba de pasar su ecuador. Los llenos de los hoteles y restaurantes, o la frenética actividad de la ciudad en estos días dan fe del interés que ha despertado la capital cacereña en un sector turístico en pleno auge. Pero lo más importante de todo es la creciente demanda de un turismo que empieza a considerar la ciudad como lugar de destino y no de paso, como ha venido ocurriendo hasta hace unas fechas. Es posible que la Semana Santa cacereña pueda perder un ápice de aquella suntuosidad y religiosidad de épocas pasadas, pero lo cierto es que esa misma religiosidad ha permitido universalizar aún más a una ciudad patrimonio de la humanidad y darla a conocer como centro cultural. En este caso, será importante conjugar todos los intereses, para que la tradición y turismo vayan siempre de la mano.