Soy asidua visitante de Valencia de Alcántara y comarca, enamorada de sus encantos paisajísticos y de sus habitantes.

Hace unas semanas pude leer en el periódico que la asociación naturalista Adenex denunciaba la construcción de un camping en la campiña valenciana, ya que las obras se ejecutaban en una zona de especial protección de aves y más concretamente a los pies de una colonia de buitres muy numerosa. Hace unos días visité la zona como hago frecuentemente, y pude constatar que lo que se refería en el artículo antes mencionado, no sólo es cierto, sino que se queda corto. Ante mi estupor pude comprobar la enorme extensión de terreno afectada por movimientos de tierra, cimientos y pilas de ladrillos en uno de los lugares más bellos de nuestra geografía.

Llena de indignación y asombro, vi que la obra en cuestión no sólo está autorizada por la Junta de Extremadura, sino que además es parte implicada en el proyecto. Entiendo que se quieran realizar actuaciones para potenciar la zona pero no a cualquier precio. Desconozco quién será el responsable o responsables que en última instancia deciden en un despacho qué proyectos se desarrollan y cuáles no, pero les invito a que abandonen su mesa y se acerquen a ver in situ lo que probablemente solamente conocen a través de un informe, y piensen si eso que firman no se les reprochará por sus propios hijos y los míos el día de mañana cuando no puedan disfrutar de los pocos espacios abiertos y no invadidos por los intereses económicos y políticos, tan a menudo estrechamente unidos, que quedan en nuestra región. ANGELA MENDEZ PAJUELO. Cáceres