Parece que los turistas que hayan elegido Mallorca o Barcelona van a tener un inesperado atractivo más en sus vacaciones, eludir los ataques de Arran mientras cenan o van en autobús. Debo reconocer mi ilustre ignorancia cuando por primera vez escuché en las noticias una supuesta protesta juvenil de un grupo llamado Arran, que al principio me sonaba como grupo pop quinceañero, en defensa de un trabajo digno.

Qué juventud más comprometida, pensé. Quiero decir pensé porque no escuché toda la noticia.

Pues bien, lo que parecía en un principio una aventura más de Tito, Piraña y demás protagonistas de Verano Azul en costas mallorquinas, ha resultado ser más una especie de acto vandálico a lo kale borroka. En primer lugar la supuesta protesta por un trabajo digno no estaba dirigida a las instituciones que deben aplicar las políticas que palien, en uno u otro sentido, tanto el exceso de turismo como el desempleo o empleo digno y concretamente en dicha comunidad o localidad, principal artífice y responsable de dichas políticas. En segundo lugar, la protesta en sí ni ha sido la primera y por desgracia, después de la relevancia mediática, será la última, que no se limita a manifestar libremente y en democracia un parecer o disconformidad con la situación actual. Ataques vandálicos a autobuses, ruedas pinchadas y ahora la intrusión en un restaurante con bengalas, con la intención de contrariar a los turistas y entorpecer o castigar un negocio, que quizás esté generando más trabajo y riqueza que la producción de bengalas. Por último, las juventudes comprometidas, Arran, ha resultado ser un grupo independentista de extrema izquierda, anticapitalista que algunos vinculan o relacionan a la CUP.

De un nostálgico sentimiento reivindicativo juvenil, pasé inmediatamente a una profunda preocupación. No creo ciertamente, que dicho acto esté desvinculado ni de la deriva ni radicalización política que sufre Cataluña, ni de la proximidad del 1-O, más bien creo es una antesala, advertencia con muestra pública de la violencia callejera, de momento de baja intensidad, a los que algunos estarían dispuestos a llegar y otros justificar llegado el caso.

Un pequeño detalle que algún superdotado ha obviado, la ingente cantidad de empleo y riqueza que genera Cataluña por el turismo, y la regularización de éste pertenece precisamente a quien mantiene al Gobierno catalán y a sus municipios.

*Maestro.