No eres muy dado a viajar. Algunos amigos tuyos no lo entienden. «Con lo bonito que es viajar», te dicen. Y tú entiendes que ellos no lo entiendan, porque debe haber pocas personas a los que no les guste recorrer mundo. Pero como dijo el torero El Gallo: «Tié que habé gente pa tó». Y a ti te ha tocado ser de los que viajan de mente para adentro, o lo que es lo mismo, si no ven algo, se lo inventan o imaginan. Eso sí, reconoces que hay lugares, como los museos o ciertos monumentos, que guardan maravillas a las que la mente no llega si no llegan los ojos. Aunque por otro lado, hoy, con los medios de difusión de imágenes que tenemos, como el omnipotente y omnipresente internet, la posibilidad de «viajar» sin moverte de casa es infinita. Por supuesto, sin llegar a experimentar lo que ofrece conocer un lugar in situ.

Hay viajeros de miras largas, que llegan hasta lejanos países y se aventuran a vivir experiencias imprevisibles. Incluso a veces ponen en peligro sus vidas. Otros llegan hasta los mismos países, pero con el guion escrito, en que se establecen los sitios a visitar: los menos conflictivos y más pintorescos. Y la hora estipulada.

Luego están los viajeros de miras cortas. Si hace buen tiempo, plantan la sombrilla en cualquier playa cercana. Si hace mal tiempo, tiran de paraguas y se plantan ellos en una localidad vecina para conocer hasta sus callejinas.

Hace años, viajar por placer sólo estaba al alcance de personas de clase acomodada. Se supone que estos privilegios de la burguesía no eran bien vistos por las clases medias y bajas. Y seguro que manifestaban sus quejas de diversas formas. Hoy viajar está al alcance de casi todos los bolsillos. Ofertas hay a miles para hacer turismo. De hecho existen ciudades tan visitadas que sus residentes han empezado a sentirse incomodados y están llevando a cabo acciones agresivas contra los turistas. Pero lo paradójico es que los agresores son grupos de extrema izquierda. Esos mismos que hace años se hubiesen quejado de que sólo pudieran viajar los ricos.

Actuar contra el turismo de a pie puede suponer pérdidas económicas irreparables. Otra cosa es tomar medidas para impedir el turismo de desenfreno y borrachera.

*Pintor.