Quisiéramos manifestar nuestra indignación ante ciertas críticas descalificadoras contra el profesorado de Religión por el hecho de ejercer como tutores en el entorno escolar, considerando su tarea educativa como «aberración pedagógica».

Esta definición fue publicada este periódico el jueves 19 de julio, escrito por Raúl Fernández, del sindicato PIDE, que ve en el profesorado de religión al causante de todos los males pedagógicos, y, en excluirlo del entorno escolar ve el remedio a los retrasos sociales.

Así lo expresa al preguntarse textualmente «¿qué ocurriría cuando un docente religioso tenga que atender a tutorías a un niño que sufre bullyng por ser afeminado o a una niña trans, o a una adolescente embarazada…? ¿Qué información dará sobre planificación familiar, anticonceptivos, qué mediación hará entre el tutor con la familia, cómo comprenderá a quien es diferente, cómo atenderá y comprenderá el sufrimiento del que sufre porque es diferente?»

Las tutorías escolares las realizan personas pedagógicamente cualificadas. El profesorado de religión tiene los mismos títulos universitarios como los demás, son tan pedagogos, tan profesionales, tan demócratas, tan progresistas, tan plurales, tan defensores de la libertad, tan respetuosos de las leyes y sobre todo de cada alumno: niños y niñas sin distinción, para favorecerles la consecución de los objetivos educativos que son obligatorios para toda la comunidad docente sea cual sea su afinidad ideológica o la materia que impartan.

El requisito de la titulación académica es tan importante que ni siquiera el Papa católico o cualquier representante de otras religiones, si no tienen el título universitario adecuado no puede impartir la clase de Religión en el ámbito escolar. El profesorado de las religiones está profesionalmente capacitado para ejercer la responsabilidad de tutor en igualdad de condiciones a cualquier otro profesional de la docencia. Excluirlo como ‘apestado’ por impartir una enseñanza académica de cultura religiosa, a la que se la considera !aberración pedagógica!, es abogar por comportamientos dictatoriales y totalitarios de otras épocas

Es verdad que el profesorado de las religiones no es un funcionario, dado que debe respetarse la aconfesionalidad del Estado. Por eso el profesorado de Religión es un contratado laboral y no tiene plaza fija, porque no es «propiedad del Estado». El Estado no tiene religión propia pero los ciudadanos sí la tienen y, por eso, garantiza la libertad religiosa como uno de los derechos humanos universales de la mayoría de los ciudadanos.

El señor Raúl Fernández considera que «la Religión condena al ostracismo»… «¿quién velará para defender al alumnado más desfavorecido por su condición de género, de identidad o de orientación sexual?».

Desde la religión católica, que es la que conocemos, estamos formados para dar dignidad a todas las personas. Y, si eso lo hacemos en el día a día, hasta en las parroquias y centros de identidad religiosa, sin imponer ni obligar a nada ¿cómo no vamos a mantener los mismos criterios de respeto y dignidad al alumnado? Es verdad que hay errores, como en todos los gremios, pero pienso que es más «aberración pedagógica» tirarnos piedras que respetarnos democráticamente.

Señor Raúl Fernández del sindicato PIDE, estamos totalmente de acuerdo con usted, como dice en su escrito, en que «las tutorías son un pilar fundamental para la educación de la convivencia democrática en la escuela y en la sociedad»… y «no meros instrumentos al servicio de intereses espurios que nada tienen que ver con el desarrollo pleno de la personalidad de nuestro alumnado».

No dudamos de que usted sea un magnífico docente y tutor, pero nos permitimos decirle que también el profesorado de las religiones tiene las mismas garantías profesionales para ser tutores. Las clases de las religiones en la escuela están abiertas a creyentes y no creyentes. No se evalúa la vivencia religiosa sino la cultura para situarse ante la historia, ser críticos y ofrecer otras respuestas a los grandes interrogantes de la vida para ser más libres o, incluso, hasta para ir en contra de ellas.

Eso sí: a todos nos corresponde dejar a un lado adoctrinamientos totalitarios de todo tipo; y para eso, son necesarias las tutorías educativas plurales y en libertad, para toda la comunidad docente.