WEws tan grave como el rechazo de Francia y Holanda, vía referendo, al tratado de unión política europea, la estrategia que despliegan Alemania, Francia e Italia para impedir que haya un mercado verdaderamente común y europeo en abastecimiento y distribución de energía. En cuanto las compañías energéticas, públicas o privatizadas, han pretendido efectuar un proceso de integración racional (lógico desde que se comparte el euro), ha reaparecido el proteccionismo de los estados sobre sus respectivas empresas nacionales de energía. Se trata de un patriotismo económico que subraya la desconfianza hacia lo extranjero y disimula el deseo de los gobiernos de continuar la connivencia con las empresas para fijar las tarifas que deben pagar sus usuarios.

España sufre la falta de reciprocidad que intentan imponerle los tres grandes países fundadores de la UE. La OPA de Gas Natural sobre Endesa, con la contraoferta de la alemana E.ON, está siendo mucho más vigilada y obstruida desde Bruselas que otras similares hechas desde aquellas potencias. Esa actitud daña la fe en la UE porque ignora el principio sagrado de reciprocidad: quien compra puede ser comprado. Y algunos no quieren que sea así.