Ni siquiera existe una Europa de dos velocidades, la de los países veteranos y la de los que se han sumado al gran proyecto de la UE tras la desintegración del bloque comunista. El viernes y el sábado ha habido dos reuniones en Niza (Francia), informales, para hablar de la situación económica recesiva en Europa y las recetas que se pueden aplicar conjuntamente. El viernes, la reunión fue estrictamente monetaria, de los países que comparten el euro (Eurogrupo), con participación del presidente del Banco Central Europeo (BCE). El viernes se amplió la cita informal a los ministros de Economía de toda la UE (Ecofin). El encuentro será de escasa efectividad.

La previsión de que la recesión que alcanza a Alemania y a otros países del núcleo duro de la UE, y que no tardará en afectar a España, no es suficiente para que el BCE varíe su política de tipos de interés altos. Los va a mantener en el 4,25%, aunque no los va a subir porque los mercados de divisas (dólar) y de materias primas (el petróleo en primer lugar) ya dan por descontado que la economía europea no es un buen refugio para llevar sus inversiones. Y en Niza se ha comprobado que los gobiernos europeos no son capaces de proponer otras políticas.

Por su parte, la contención salarial como receta para rebajar la inflación tampoco ha recibido apoyo de los países aludidos, entre ellos España. El vicepresidente Solbes explicó a su homólogos, con acierto, que la revisión salarial en España, pese a no estar vinculada estrictamente a la productividad, se calcula con unos parámetros que facilitan que los aumentos sean moderados, como lo prueba que el poder adquisitivo de los trabajadores no ha mejorado en los últimos años.