La plataforma Milana bonita --¡quiá!-- inicia el domingo un itinerario de protestas para exigir mejores infraestructuras ferroviarias en Extremadura.

Se supone que las protestas, esta vez, irán dirigidas al gobierno de la Junta, ya que se trata de un itinerario regional, con arranque en Plasencia y fin de trayecto en Mérida, y no como entonces, allá por septiembre, cuando la plataforma se llegó hasta Madrid para protestar en la estación de Atocha, lo que fácilmente fue interpretado como una reivindicación dirigida al gobierno central. Si es así, es decir, si es al gobierno regional al que por fin va a exigírsele, entonces sí, bienvenida Milana bonita, pese a su puesta en escena. Porque es el gobierno regional --oposición incluida-- el que debe dotar a Extremadura no sólo de mejores infraestructuras ferroviarias sino también de más.

De hecho, ¿qué hacían los principales de la Asamblea extremeña --Vara, Monago, Jaén-- en la manifestación del 18 de noviembre en Madrid? No era su lugar, siendo en realidad los interpelados. Es sospechoso cuando los gobernantes --los políticos en general-- se apean de su condición institucional o política y se ponen a pie de calle con los ciudadanos sin que haya elecciones a la vista. Delata incompetencia o, peor, indiferencia. Para protestar están los ciudadanos, que les han confiado la administración de sus vidas y haciendas, y por eso protestan, porque ven que los elegidos para hacerlo no saben o no quieren hacerlo. ¿Protestaban Vara, Monago y Jaén contra sí mismos? Más que protestar, a los gobernantes les corresponde trabajar para que las protestas no sean necesarias. Gobernar es también fatigar los pasillos de los ministerios --en este caso el de Fomento-- hasta sacar el dinero de debajo de las alfombras o incluso directamente del bolsillo del ministro, si falta hiciere.

Así pues, si Milana bonita va a sobrevolar algunas ciudades extremeñas para que los dirigentes regionales tomen conciencia del bochorno ferroviario de Extremadura, habrá que felicitarse (y felicitar a la plataforma, por supuesto), ya que el bochorno, ¡quiá!, no será únicamente ferroviario.