XHxace 15 días, desde Roma, me llegaba la voz de un periodista amigo cargada de euforia optimista. No lo dudes, decía, el día 9 de abril será el último baile de Silvio Berlusconi, el primer ministro italiano, y ya no se volverá a escuchar la música de cabaret tramposo que ha dominado en estos últimos años Italia, una música con perfumes de corrupción. Ayer, al hablar de nuevo con él, ya no estaba tan seguro, a pesar de que Romano Prodi le había ganado los dos debates televisados a Berlusconi y de que había quedado clara la asfixia económica a que ha conducido al país. Sin embargo, la presión televisiva de las cadenas de Il Cavaliere habían creado una conciencia de miedo ante la llegada del centroizquierda, ya que muchos de los comentaristas identificaban esta llegada con el comunismo en versión primaria. Frente a él está Prodi, el riguroso profesor, tratando de plantear la lógica de un programa de cambios moderados conforme a las exigencias de la ortodoxia económica para mantener una cohesión social. Berlusconi y Prodi son los dos rostros de los conglomerados políticos de centroderecha y de centroizquierda, pero detrás de ellos hay un mosaico de partidos de colores estridentes y muy variados. En la derecha coexisten los fascistas confesos con los centristas tímidos, además de los nacionalistas insolidarios con los católicos reaccionarios. En la izquierda de Prodi conviven los centristas tolerantes con los comunistas confesos, además de los católicos progresistas con los defensores de un laicismo militante. Es difícil articular estos dos conglomerados. A Il Cavaliere le cuadran y definen muchos adjetivos exuberantes como los de megalómano, orgulloso, sin prejuicios, intrépido, exhibicionista y vanidoso como la cola de un pavo real en erección. Prodi es monótono y gris, pero con la lógica del profesor, honesto y sobrio. Riguroso y moderado. Católico practicante, aunque tolerante en la defensa de las parejas de hecho. Sus códigos éticos y morales armonizan con su modo de vida. Los de Berlusconi, no. Defensor del matrimonio como vínculo permanente, no ha dudado en divorciarse para casarse con la actriz Verónica Lario. La Iglesia se ha lanzado con ímpetu al escenario electoral. En su seno hubo una cierta división de opiniones, la minoritaria encabezada por el cardenal arzobispo de Milán, el expapable Tettamanzi, que defendía el voto para los partidos que asegurarán una efectiva solidaridad social. Se podía entender que apoyaba a la izquierda de Prodi. PERO, EN ESTO llegó la voz del Papa, y su mensaje fue de carácter moral, de valores cristianos como la defensa de la vida, la educación y la familia. Nada sobre justicia social, se acusaba como desviación anticristiana la prometida ley para la defensa de las parejas de hecho. Esa ley destruirá la familia (y quiero dejar aquí un paréntesis para decir que una ley como la española dematrimonios entre homosexuales es impensable en esta Italia veteada de obispos y clérigos de todas las graduaciones, la sombra del Vaticano se nota). Ese mensaje del Papa era un apoyo explícito a la derecha, bien mirado es lógico, en esa derecha están encuadrados los más briosos movimientos del conservadurismo social,moral y religioso. La radiografía del Gobierno de Berlusconi en estos últimos cinco años es difícil de clasificar y calificar con adjetivos. El deterioro de Italia se ve en todos los paisajes, sobre todo en los urbanos. Roma se va hundiendo en una decadencia sucia, y por supuesto Nápoles y toda Sicilia, en donde la Mafia ha tejido sus propios entramados comerciales y financieros. La fractura de la cohesión social resulta evidente. Con la reducción de los impuestos, los presupuestos dedicados a la educación, a la sanidad, a las asistencias sociales y a las obras públicas han descendido notablemente. Los impuestos han sido un vidrioso tema de debate. Es un buen tema para los demagogos y Berlusconi lo es en grado máximo. Promete reducirlos y acusa a Prodi de llevar al país a la ruina y las familias a la bancarrota con la subida de impuestos y eso que no hay tal subida, sólo para las grandísimas rentas. Es el país con menos crecimiento de Europa. Sus índices de competitividad han caído a niveles tercermundistas, ocupa el puesto 47 en el ranking mundial, al lado de Bosuana. Con Berlusconi, Italia se está desplomando sobre sí misma y entre esos escombros puede quedar sepultada su reconocida capacidad imaginativa y emprendedora. Los masivos medios de comunicación de que dispone Il Cavaliere trituran la realidad para falsificarla. LAS CIFRAS nos muestran la parálisis económica, el balance del pasado año nos deja la evidencia del estancamiento con un crecimiento cero. Un país estancado y a la deriva. El déficit y la deuda aumentan, también la precariedad salarial y de empleo. En cambio los ricos son cada vez más ricos, empezando por el propio Berlusconi, el hombre más rico de Italia. Las diferencias entre el norte y el sur crecen de forma aparatosa. Y, sobre todo, los entornos del poder desprenden un perfume de corrupción irrespirable. Más acá de toda sospecha. Silvio, Berlusconi, por supuesto, tiene varias causas pendientes con la justicia, aunque dispone de un ejército de 80 abogados, entre los mejores del país, para defenderle. También en el Parlamento hay numerosos miembros de su coalición con graves acusaciones relacionadas con corruptelas y corrupciones. El Gobierno de Il Cavaliere ha promulgado leyes específicas para salvarse a sí mismo y a sus amigos. Un putiferio, según la clásica expresión italiana. ¡Dios salve a Italia!, a pesar de la mayoría de sus obispos. Cuando Silvio Berlusconi deje de bailar con el poder, comenzará a bailar con la justicia.

*Periodista