TUtn año después de la catástrofe que sepultó en desgracia el verano del 2008 y apagó tantos sueños en las pistas de Barajas, el esperado informe de la comisión de investigación deja más preguntas que respuestas. Cuesta entender que el fallo primario en las alarmas se haya repetido desde hace más de una década en 47 accidentes con 465 muertos y en diversos modelos fabricados por Boeing sin que nada ni nadie haya sido capaz de corregirlo o, al menos, intentarlo. Tampoco se comprende que las recomendaciones parezcan ocuparse más de exigir al regulador esmero en la vigilancia que de apremiar responsabilidad en el regulado, como si fuese normal saltarse las normas y el problema se reduzca a si el vigilante caza al infractor, no al revés. Deja un cierto tufo a corporativismo, reforzado al saber que el juez instructor de la investigación del accidente no encuentra peritos independientes y solventes. Se explica mal cómo un fallo tantas veces certificado no estaba incluido en los protocolos críticos de seguridad. Aún más extraño resulta leer que los técnicos recomiendan a las agencias de seguridad la revisión del diseño de sus listas de comprobación, para que operadores y autoridades dispongan de referencias claras sobre el listado de cuanto debe comprobarse antes de despegar. Lo que convierte en confusas las listas en vigor que velan por nuestra seguridad. Y aún más inquietantes suenan las sincopadas menciones a la influencia de las prisas de los pilotos o de la compañía, alimentando la sospecha sobre cuántas veces se intercambia seguridad por rentabilidad en la cruda competencia que reina en los cielos. Tampoco se entiende que este tipo de indagaciones no puedan hacerse más rápido y mejor, que sea inevitable esperar más de 300 días para disponer de otro informe, también provisional, que reparte las responsabilidades en otra teoría de otra cadena de errores fatales ya sucedidos antes demasiadas veces. Es loable la disposición del ministro Blanco a llevar a Europa las recomendaciones del informe, pero hasta entonces tiene mucho trabajo pendiente en casa.