Batasuna utilizó ayer la manifestación convocada formalmente por personas afines a sus tesis en Bilbao para lanzar un mensaje al Gobierno.

Es la confirmación de que, una vez la formación ilegalizada asumió con sus siglas la convocatoria, ésta debía haber sido prohibida --aunque no reprimida si, como sucedió, se desarrollaba sin incidentes-- para no sentar el precedente de que una formación fuera de la ley pueda actuar públicamente como actor normalizado en la vida política cotidiana de Euskadi.

El dirigente de Batasuna Pernando Barrena cerró la concentración reclamando a Rodríguez Zapatero "generosidad" para alcanzar la paz y le instó a que "pida" a la izquierda aberzale las "contrapartidas" que espera de ella a cambio de los gestos que emprenda el Gobierno.

El planteamiento de Batasuna ilustra, por supuesto, que sigue abierta la posibilidad de avanzar hacia el fin de la violencia en Euskadi, algo que no se puede desaprovechar con posturas inmovilistas. Pero también que el entorno político de ETA aún no está maduro para asumir que lo único que el Gobierno le puede exigir, que no pedir, es la condena sin ambigüedades de la violencia.