WLw a justicia internacional, corolario y exigencia de la seguridad colectiva y del orden mundial, procede con exasperante lentitud, como lo prueba, 11 años después de los hechos, el juicio por la matanza de Srebrenica, sobrevenida en julio de 1995 durante la guerra de Bosnia (1992-1995). Unos 8.000 musulmanes bosnios fueron asesinados por las hordas serbias, a pesar de que la ciudad había sido declarada "zona protegida" bajo la custodia de las fuerzas de la ONU (Unprofor), los cascos azules holandeses, cuya incapacidad para impedir o mitigar la matanza merece la más severa condena y se integra en el horror generado por el mayor genocidio en Europa desde el final de la segunda guerra mundial.

La tardía apertura del juicio de La Haya confirmatodos los obstáculos que acechan a la justiciainternacional, derivados tanto de las dificultades técnicas de la jurisdicción universal como de una concepción anacrónica de la soberanía. La Unión Europea, cuya voluntad política está en entredicho, no ha podido conseguir que Serbia entregue a los dos principales responsables de la masacre, Radovan Karadzic y Ratko Mladic, jefes político y militar, respectivamente, de los serbios que se sientan en el banquillo. Pero cuando Europa debate penosamente sobre su implicación en el Líbano, conviene recordar que el mandato ambiguo de las fuerzas de la Organización de Naciones Unidas en Bosnia impidió entonces que estas utilizaran los medios adecuados para evitar la matanza. Las tropas bajo la bandera de la ONU no debenser meros testigos del desastre cuando de sucomportamiento depende la credibilidad y el juicio último sobre el poder internacional a que representan. Y el Líbano tiene muchos enclaves en los que puede repetirse la tragedia de Srebrenica.

Dicho de otra forma: la debilidad política de Europa,que hace más de una década permitió la tragedia de Srebrenica, se reproduce ahora con la crisis del Líbanoen un clima dominado por la falta de compromiso dealgunos gobiernos, las rivalidades nacionales y el compás de espera abierto por Estados Unidos. Si, como entonces,la Unión Europea no está dispuesta a asumir un papel que vaya más allá de la mera tutela, depositará en manos norteamericanas la gestión de la posguerra, que es tanto como decir del futuro del Líbano y, al mismo tiempo, del conflicto palestino.

En última instancia, la masacre de Srebrenica fue posible a causa de la falta de voluntad política de los europeos de implicarse en el conflicto de los Balcanes. Por la misma razón, puede verse Europa marginada de Oriente Próximo si la discusión se alarga en exceso. Lo que no admite esperaes la formación de una fuerza de Naciones Unidas que garantice que no volverá a prender la llama en el conflicto israelo-libanés.