La Universidad de Extremadura, como el resto de las de los 27 países de la Unión Europea, está inmersa en el proceso de adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), que tiene que entrar en vigor, como máximo, en septiembre del 2010. Se persigue con ello armonizar los estudios universitarios de la UE. En este marco, y toda vez que la adaptación al EEES requiere una profunda revisión de la estructura de las carreras, todas las universidades --también la Uex-- están aprovechando este proceso para plantaerse un rediseño de la institución. En los últimos días, la Junta de Extremadura, que tiene la competencia de aprobar o rechazar el catálogo de titulaciones, ha manifestado como quiere que sea ese catálogo en razón de uno de los factores posibles que tienen que tenerse en cuenta para elaborarlo, el de la demanda de alumnos. Lo que ha dicho la Junta es que no permitirá que carreras que ahora tienen una oferta menor a 25 alumnos el primer año, y durante los últimos tres, sean incluidas en ese catálogo, lo cual afecta a titulaciones clásicas como muchas filologías, Humanidades, Matemáticas, Física, etc., pretendiendo que se transformen títulos y se aglutinen de modo que, entre todos los que confluyan, sumen una oferta de al menos 40 alumnos.

La posición de la Junta es oportuna y necesaria. Los ciudadanos, que son los que pagan en buena parte la universidad con sus impuestos, difícilmente entienden que la Uex imparta titulaciones, como ocurre con Humanidades o Filología Portuguesa, con dos alumnos el primer curso. Es un despilfarro de los recursos.

No es conveniente que, ante proposiciones como ésta los centros o departamentos más afectados reaccionen corporativamente. Primero porque lo que ha hecho la Junta es decir su opinión, importante sin duda, pero también susceptible de discusión, como ha manifestado el presidente Fernández Vara; segundo, porque sería un error que el futuro de la Uex se estableciera exclusivamente en razón de la demanda de los alumnos: habrá que ver qué tipo de universidad es la que Extremadura necesita y, en razón de ello, puede haber títulos estratégicos, necesarios por tanto con independencia de su demanda. Incluso habrá que tener en cuenta que la Uex tiene campus en cuatro ciudades distintas y lo que suponen en su tejido económico y social. Y en tercer lugar porque la universidad no puede ser un ente ajeno al entorno, como si no tuviera que rendir cuentas a la sociedad.

Es cierto que la Uex parte con desventaja en este proceso de racionalización de la oferta académica porque, con sus 91 títulos, es la tercera más alta de España. Ello se debió a que hace más de una década, la Uex y la Junta creyeron que lo más conveniente era ampliar la oferta para evitar la salida de jóvenes universitarios. Hoy 26 de los 91 títulos no cumplen los requisitos que plantea la Junta. A la vista de lo ocurrido, y tomando el factor demanda, esa política pudo ser más errónea que acertada. Ahora es momento de corregir el rumbo. El envite de la Junta lo pretende. La Universidad todavía no se ha pronunciado. Ojalá y su respuesta sea la de aceptar el envite con el espíritu de salir de la discusión con una universidad más fortalecida y eficaz, aunque plantee fuertes renuncias.