XExn más de una ocasión he mantenido que el principal recurso de Extremadura era su gente, su capacidad de acoger, de compartir y para emprender. Unas capacidades en demasiadas ocasiones ocultas detrás del olvido y negadas cuando se daba la espalda a Extremadura y los extremeños.

La actividad y la vida diaria me sigue mostrando que no estaba equivocado. He tenido la suerte y la oportunidad de impartir clases en la Universidad de los Mayores en la sede de Don Benito-Villanueva de la Serena. Obviamente conocía este proyecto de nuestra Universidad y había tenido también la fortuna de compartir una clase un día en la sede de Plasencia. Ahora ha sido a lo largo de un maravilloso, espléndido e ilusionante trimestre en el que cada lunes trenzaba la carretera entre Cáceres y Don Benito.

He sentido en el aula, en las intervenciones y en la mirada expectante de esas mujeres y hombres de Villanueva, Santa Amalia y Don Benito ilusión y ganas de aprender, avidez por escuchar y compartir. Hemos tratado de construir, reconstruir e interpretar la Geografía de España, de Extremadura y la que cada uno ha vivido, sentido y percibido. Creo que todos lo hemos hecho apasionadamente y nos hemos enriquecido mutuamente del comentario de hechos y acontecimientos geográficos y sociales, con los conocimientos que no sabíamos que teníamos, con nuestras ideas y nuestra memoria. He sentido y apreciado estar en una clase cuyo contenido se iba construyendo intuitiva y colectivamente.

Esa actividad supuestamente teórica que realizábamos recorriendo el tiempo y el espacio con nuestra imaginación, ha sido completada con el desarrollo de prácticas de campo en la Sierra de Gata y la Campiña Sur. Cada una de ellas fue una experiencia intensa por el tiempo --¡desde las 7/8 horas hasta las 22 horas!-- por su desarrollo, por la actitud de todos los que en ella participaron. Una experiencia y una práctica gratificante que no olvidaré y, estoy convencido, que lo mismo les ocurrirá a mis estudiantes universitarios. Gente de Vegas Altas y algunos de la Serena, acompañados de un geógrafo de la penillanura cacereña compartíamos y apreciábamos la acogida, la profesionalidad y la capacidad de emprender de los extremeños visitando el Centro de Recuperación de Fauna de Los Hornos, las casas rurales y la rehabilitación en Robledillo de Gata, la arquitectura tradicional en San Martín de Trevejo y Trevejo, el urbanismo y el patrimonio en Llerena, la recuperación de la romana Regina y del mudéjar de la Virgen del Ara y la Mina de la Jayona en Fuente del Arco.

Pero sobre todo los estudiantes apreciaban el trabajo y la ilusión de quienes nos acogieron y que estaban tan ilusionados o más que ellos mismos. Guías, técnicos, profesionales, trabajadores, empresarios y alcaldes les mostraban con toda la sencillez, pero con todo el cariño, la ilusión y el orgullo aquello que los extremeños eran capaces de hacer: preservar el patrimonio natural y cultural, mantener vivos y en desarrollo los pueblos contando con gente preparada e ilusionada con lo que construían.

Y todo lo hacíamos mientras hablábamos y comentábamos un paisaje de contrastes entre las Sierras del norte, las Vegas del centro y los Llanos del sur. Miraban, retenían y asumían las imágenes de los lugares que veíamos y les explicaban, construyendo y recreando su propia visión de la geografía; una asignatura que pensaban que no conocían y que, sin embargo, habían vivido y estaban viendo.

Mis estudiantes universitarios de la Universidad de los Mayores me han dado más argumentos para reafirmarme en que lo mejor de Extremadura es su gente. Este proyecto de Universidad contribuye a devolver a la sociedad y a los extremeños que más dieron --toda su vida de trabajo y, en muchas ocasiones, de un duro trabajo no reconocido-- parte de lo que de ella recibe; un proyecto y una realidad encomiable que debe continuarse porque con él, con el apoyo de la Junta, la Universidad se hace más solidaria y muestra su pertenencia a la sociedad en la que se integra.

Creo que los estudiantes se han sentido orgullosos de su tierra y su gente, de la capacidad para mantener vivos los pueblos más chicos, de la capacidad para producir y transformar en tierras de secano, regadío, llano y montaña, de la capacidad para seguir progresando mientras se protege y recupera el patrimonio natural y cultural. Por mi parte, me he sentido orgulloso de ser universitario y de poder compartir esa pertenencia y esta experiencia con unos universitarios con los que he disfrutado, con los que me he sentido acogido y de los que he aprendido en su vitalidad, en su ilusión y en su afán por conocer. A todos, ¡gracias!

*Geógrafo