Recientemente, el científico Francisco Castejón Magaña , perteneciente al CIEMAT, ha puesto el dedo en la llaga de uno de los problemas del sector minero internacional: la pertinaz especulación minera. La globalización trae estas cosas a las que nadie presta atención, pero que son importantes en los procesos empresariales de multinacionales (más bien, monocapitales) que fundamentan sus beneficios en el control del mercado.

Los yacimientos uraníferos extremeños fueron descubiertos y estudiados por uno de las mentes científicas más privilegiadas que ha dado esta tierra, Enrique Ramírez y Ramírez . Natural de Magacela, cursó sus estudios de ciencias en Madrid, desarrollando gran parte de su profesión en el extranjero. Uno de los campos en los que se especializó fue en el de los yacimientos de uranio, con expertos de los Estados Unidos, donde estuvo destacado muchos años.

La Junta de Energía Nuclear (precursora del CIEMAT), a la que pertenecía, le designó para dirigir las investigaciones en el sur de España, desarrollando un conocimiento y potencial de tal calibre que de aquellos trabajos surgieron yacimientos de extraordinaria importancia económica, destacando en Extremadura los de la comarca de Montánchez (Mina Los Ratones) o el gran yacimiento de El Lobo, en La Haba (comarca de La Serena).

Probablemente, si aún viviera, no hubiera perdido oportunidad en trasladar a la prensa sus impresiones sobre el mercado minero. Como gran conocedor de la minería internacional, diría que lo lógico sería que las multinacionales controlaran dicho mercado. Pero también habría de decir que en una región que ha estado siempre en manos ajenas, sangrada hasta la saciedad, bien directamente por la plutocracia y el Estado preconstitucional o indirectamente por la tecnocracia europea, el mercado --o mejor habría que decir la mercadotecnia minera-- solo busca el control y, para ello, se hace necesario especular especialmente bien en el mundillo bursátil, que se mueve en gran medida con pseudo-realidades. Así, claro que las multinacionales nunca van a abrir una explotación de uranio en Extremadura (salvo que el precio del mineral se dispare de manera fantástica --y peligrosa--), como bien apunta el señor Castejón, sino que nos hacen creer que eso puede llegar realmente a ocurrir, provocando, como primera reacción, un incremento de su valor empresarial, dado que no importa lo que haga, sino lo que puede llegar a hacer, y, en segundo lugar, un innecesario miedo en el cuerpo a la ciudadanía porque se estaría hablando de minerales radiactivos, de gran potencial nocivo para la salud.

Haciendo un símil futbolístico, sería lo mismo que imaginarse lo que puede llegar a hacer el presidente del Real Madrid: solo con pensarlo, clubes de fútbol de mediana talla y la propia sociedad futbolera convierten al personaje en un mito. Por eso, las empresas interesadas en teoría en el uranio extremeño invierten inteligentemente un poco de calderilla (unas decenas de miles de euros) en investigar en Extremadura (recuérdese que somos también Europa), consiguiendo que en sus consejos de administración se tomen otras decisiones de mayor calado, como invertir de verdad (millones de euros) en otros lugares del planeta (especialmente en regiones desfavorecidas, como en algunos países centroafricanos y sudamericanos, donde los rendimientos centuplican los de posibles explotaciones mineras europeas) y, gracias entre otras cosas, al aumento del valor de sus acciones porque en los parqués (especialmente el londinense) todo el mundo se ha pensado que dichos emporios mineros controlan cada vez más yacimientos en el mundo, lo cual es irreal por no decir una falsa realidad.

Es interesante observar, a este respecto, que los juegos de bolsa tienen su universo paralelo en los medios de comunicación, consiguiéndose que algunas empresas sin mayor interés en realizar una mínima inversión seria en un país o región (dígase la nuestra, por ejemplo, y recuerden lo de la calderilla), consigan un beneficio inmediato: recordemos también que Berkeley Resources , por ejemplo, ha multiplicado el precio de sus acciones solo con dar publicidad al inicio de sus investigaciones de las reservas de uranio españolas (incluyendo las extremeñas).

Y entiendo que el modelo de nuestros vecinos de Castilla y León parece el más sensato. De hecho, como ocurría a mediados del siglo pasado, el modelo intervencionista, sin ser el idóneo, sí era y sigue siendo, en determinadas coyunturas, el más eficaz, por lógico y económico para el ciudadano (que casi nunca es el principal factor de la ecuación). Más si se tiene en cuenta que el uranio es un elemento estratégico nacional y que no debería arrendarse a entes privados, menos aún si no son nacionales. La idea es muy simple: las grandes multinacionales mineras utilizan el mito de su potencialidad para hacer pensar a los demás que han tomado posesión de un recurso natural, aunque en la práctica ello no vaya a suponer ningún cambio real (apertura de minas, etcétera), sino tan solo la ejecución de unos cuantos sondeos de investigación.

Y, finalmente, debemos saber que estos métodos, utilizados universalmente por multitud de empresas, especialmente las que cotizan en bolsa, son lícitos, al igual que lo es que antiguos directores generales sean asesores técnicos en el mercadillo minero. Estoy seguro que Enrique Ramírez tendría algo que decir sobre la especulación del sector de la minería del uranio, pero también de la componente ética que rodea la política de asesoría de dichas empresas.

*Ilustre Colegio Oficial Geólogos de España. Asociación Geológica de Extremadura