TMtucha gente con la que yo me relaciono está sorprendida de la actitud y el rumbo agresivamente radical que Convergencia ha emprendido en estos últimos años, cuando hasta ahora había sido un partido moderado y parece --entre comillas-- amigo de la legalidad. Esta gente sospecha que dicho vuelco, más repentino que progresivo, se ha debido, sobre todo, a que, quienes decidieron sobre lo divino y lo humano a lo largo de la todavía corta historia de la democracia española desde su comodísima posición de partido autonómico que les permitía acumular diputados con muchísimos menos votos que otras formaciones pertenecientes a todo el territorio español, por primera vez han sentido tras su nuca el aliento cercano y amenazador de la Justicia o de llámelo usted Hacienda.

Esa impunidad de la que gozaban, dicen esos amigos míos sorprendidos, para llevar a cabo sus trapicheos y extender su podredumbre porcentual que algunos estiman en el tres y otros en el cinco por ciento y cuyo hedor todos, --e insisten-- todos olían, parece que tenía los días contados. Y por eso, añaden, y no por esas mandangas del rechazo del Constitucional al Estatut, de pronto le entró a Mas la furibundia independentista que no mermó ni siquiera cuando se pegó la inmensa costalada en las últimas elecciones. Estos amigos míos sospechan que no solo el ex Molt Honorable estaba pringado, sino que todo el partido apestaba y que su única estrategia para eludir las leyes españolas era salir de España y su única defensa ha sido el ataque.

No me siento con fuerzas hoy desde mi profundo cariño por la tierra donde me crié y por mis amigos catalanes, de opinar sobre todas estas sospechas. El daño ya está hecho y la herida es tan profunda que algunos españoles manifiestan, eso sí, más en la intimidad que en público, que ellos quieren votar también. Para que Cataluña se vaya y deje de incordiar de una vez.

Y eso significa que esa V rojigualda barcelonesa no es para nada la V de votar, ni mucho menos la de victoria. Es la V de venganza. La V de vesania. La V de vergüenza.