WEwl Gobierno de Rodríguez Zapatero se dispone, tras una propuesta de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), a abordar un asunto espinoso: cómo dar un sentido histórico acorde con la España de hoy al Valle de los Caídos, el mausoleo de Francisco Franco, en el que trabajaron en los durísimos años de la posguerra miles de presos del bando republicano. Después del extraordinario ruido que los medios de la derecha más intolerante han propagado por la retirada de una estatua del dictador en Madrid, es lógico que el Gobierno actúe con prudencia en un asunto que reúne todo el simbolismo de la guerra civil y de las dos Españas.

Pero desde un planteamiento puramente democrático es exigible que el faraónico monumento creado en la peña de Cuelgamuros (Madrid) sea presentado a los visitantes de hoy como lo que fue: la obra que representaba los delirios de grandeza de Franco, en la que se dejaron la vida muchos inocentes. Informar de cómo se hizo y por qué ese monumento es una obligación de un Gobierno a la altura de los tiempos. Con una decisión así no se viola el espíritu de reconciliación entre los españoles que se impuso en la transición, sino que se recupera la memoria de un capítulo histórico siniestro.