XTxal vez sea culpa de las altas temperaturas de este verano --¡la calor!-- lo que haya calentado las mentes de distinguidos personajes de la judicatura, la política o el periodismo. El caso es que estamos asistiendo a una cadena de declaraciones y asertos que sólo podrían justificarse debido a los grados de calor alcanzados por sus mentes calenturientas.

Sale a la palestra el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, don Francisco José Hernando , y justifica la orden policial de tirar a matar , refiriéndose a la actuación de la policía británica que mató, en Londres, al ciudadano brasileño Jean Charles de Menezes , por confundirlo con un terrorista. Según el presidente del Tribunal Supremo, "estamos ante la III guerra mundial, que es la guerra contra el terrorismo. Y en una guerra hay que crear situaciones extremas. Estoy en contra de la pena de muerte. Pero cuando el riesgo que se pretende evitar es mayor o puede producir muerte de inocentes, la evitación del riesgo me parece oportuno".

¿Quiere esto decir que para evitar el riesgo mayor que suponen los atentados de ETA, que producen, sin duda, la muerte de inocentes, le parecería también oportuno al presidente del Supremo tirar a matar a los etarras? Es decir, ¿que consideraría oportunas las actuaciones del GAL? Por su parte, el presidente del PP, Mariano Rajoy , refiriéndose a la actuación de la policía británica antes citada, la ha calificado como "un error tremendo", agregando que "desgraciadamente, estas cosas ocurren". Nada más. Sólo eso. Y si estas cosas ocurren, aunque sea por desgracia, ¿qué cabe hacer? ¿Condenarlas y prohibirlas, o aceptarlas como un mal menor ? Tampoco en según qué medios de comunicación y comentaristas se han levantado voces muy en contra de lo sucedido en Londres.

Si seguimos por ese camino, ¿cómo vamos a afrontar esa guerra mundial contra el terrorismo? Porque no se trata de una guerra abierta, con su campo de batalla perfectamente ubicado y definido donde poder enfrentarse al enemigo. Habrá que ir por el mundo tratando de localizar a los terroristas y, en su caso, ante la imposibilidad de detener a los simplemente sospechosos, tirar a matar antes de que escapen. Es decir, disparar para evitar el riesgo .

Primero la seguridad que la libertad. Por ahí van los tiros, y nunca mejor dicho, parece ser el sentido de las medidas antiterroristas que se están perfilando en Gran Bretaña por el primer ministro Blair y los líderes de la oposición. Una actuación libre por parte de la policía sin sujeción al control judicial. Unas medidas que, al parecer, no repugnan demasiado al líder de la derecha española ni al presidente del Consejo del Poder Judicial y del Tribunal Supremo. Unas medidas que, de llevarse a cabo en Gran Bretaña y cundir el ejemplo en otros países europeos, a poco que se coordinen los distintos gobiernos y sus policías, podrían convertir la Interpol en un InterGAL. Esperemos que pasen los calores estivales y los frescores del otoño contribuyan a enfriar y serenar las mentes. Que así sea.

De llevarse a cabo las medidas antiterroristas que defiende Gran Bretaña y cundir el ejemplo en otros países europeos, a poco que se coordinen los gobiernos y sus policías, podrían convertir la Interpol en un InterGAL