Hace un par de semanas Íñigo de la Serna estuvo en Cáceres de campaña por Soraya y de visita a El periódico Extremadura se dirigió a un servidor y a unos cuantos periodistas que allí estábamos y nos preguntó: ¿Y el tren? Lo hizo con cierta dosis de cinismo a tenor de las críticas que recibió cuando ocupaba la cartera de Fomento y la presión social de la que fue objeto (manifestación en Madrid incluida). Según el ex ministro, cuando él dejó el cargo, tras la moción de censura de Pedro Sánchez, los compromisos adquiridos con la región estaban consignados en los presupuestos generales del Estado y los plazos de 2019 y 2020 para la finalización de la línea de alta velocidad en Extremadura se iban a cumplir. Eso con independencia de las mejoras introducidas en el tren convencional. De la Serna venía a señalar, siendo sibilino, que los extremeños debíamos estar ojo avizor no sea que el ímpetu reivindicativo de antes desfallezca ahora y eso sea utilizado por el nuevo responsable de la materia, José Luis Ábalos, para dormirse en los laureles o, lo que es peor y eso lo digo yo, desviar la atención y preferir las urgencias para otros territorios.

Sería nefasto y frustrante que se incumplieran los plazos a partir de ahora o que se registraran incidentes como otras veces y la protesta desapareciera de la actualidad regional y no ocupara espacio en los informativos o los periódicos. No solo concluiríamos que los extremeños somos meros borregos, sino lo más traumático: que los partidos políticos actúan según le convenga a sus intereses electorales o según quien lleve las riendas en Madrid. Queda claro que en esta etapa en la que nos encontramos el tren ha dejado de ser un asunto político o electoral para convertirse una cuestión regional que aúna al común de la ciudadanía. Y así como ha habido otros ejemplos en nuestra sociedad --pocos (todo hay que decirlo)-- de gritar ‘hasta aquí hemos llegado’, éste es tan relevante que exige planteamientos máximos y, por supuesto, al margen de los partidos.

EL PRESIDENTE de la Junta de Extremadura sabe que se juega parte de su mandato con este asunto. Su ímpetu a la hora de protestar y reclamar un tren digno, basado en el Pacto por el Ferrocarril, le valió muchos enteros frente al PP. Ahora le puede costar un descrédito si no hace lo mismo con el PSOE. De ahí sus declaraciones cuando volvió a ocurrir un incidente con el tren hace varias semanas y de ahí también la visita rápida a Madrid a entrevistarse con José Luis Ábalos antes de que nadie pudiera acusarle de condescendiente o conformista. El gesto se llevó a cabo y quedó bien, pero ahora tienen que venir las actuaciones para que cuando se acerquen las fechas de las elecciones, en 10 meses, las obras estén en el ritmo de ejecución adecuado y los trenes convencionales circulen por la red sin ver a pasajeros saliendo despavoridos ante un nuevo incendio en el convoy o cogiendo las maletas camino del autobús convenientemente fletado por Renfe cuando hay una avería.

El PP y el resto de la oposición van a estar en alerta porque igual que soportaron la presión de todo el mundo para ponerse a la cabeza de la reivindicación como el que más, ahora van a reclamar la misma contundencia, o si cabe más, dada la coincidencia de gobierno tanto en Madrid como en Extremadura. Saben que cualquier resbalón en este asunto le puede costar un disgusto al PSOE y eso siempre es aprovechable electoralmente hablando.

De momento, esta semana acuden a Extremadura los nuevos presidentes de Renfe y Adif, Isaías Taboas e Isabel Pardo de Vera, respectivamente. Se reunirán con el Pacto por el Ferrocarril en Extremadura el miércoles 18. Fernández Vara se ha encargado de anunciar esta reunión en la que los nuevos mandatarios nombrados por el Gobierno de Pedro Sánchez «tienen que venir a Extremadura a confirmar los plazos que hay establecidos», además de informar de «cómo han evolucionado las licitaciones y las ejecuciones» de las obras desde la última reunión del pacto que se celebró hace tres meses.

Máxima atención. Cualquier desvarío puede costar muy caro, sobre todo si como está ocurriendo en otras regiones del arco mediterráneo el cambio de gobierno parece que ha supuesto una oportunidad para acelerar sus reivindicaciones. Veremos.